El Parlamento iraquí se reunió hoy en sesión extraordinaria y envió un «claro mensaje» de determinación democrática frente al terrorismo, mientras un grupo reivindicó el atentado suicida de la víspera en ese edificio de la ultraprotegida Zona Verde de Bagdad.
En tanto, el balance del ataque, que dejó al menos un muerto, todavía no se aclara.
«Esta sesión es un mensaje claro para todos los terroristas y para todos los que tratan de detener este proceso (político) bendito por el que debemos sacrificarnos», afirmó el presidente del Parlamento, Mahmud Machhadani, que convocó esta sesión para «desafiar al terrorismo».
«La casa de los diputados, el pueblo iraquí y el gobierno, todos van en el mismo barco. Si se hunde, todos se hunden, pero la nave iraquí no debe hundirse jamás», añadió Machhadani, repitiendo el mensaje de la semana pasada del primer ministro, Nuri al Maliki.
En la sesión, que duró unas dos horas y contó con poca participación, el presidente de la cámara también llamó a los Estados vecinos a ayudar a Irak «a eliminar el terrorismo».
El parlamentario chiíta Akbar al Saidi indicó antes del acto que el edificio estaba en un estado «caótico» y que unos 40 diputados estaban esperando a pasar los controles de seguridad especiales.
La diputada sunnita Razah Hamdun Abdulá, herida en el atentado, dijo que hacía falta «olvidar el dolor y unirse de nuevo por el bien de Irak».
Un día después, el balance de víctimas estaba aún confuso. Los militares estadounidenses, que habían dado cuenta el jueves de ocho muertes, rectificaron y dijeron que sólo podían confirmar una y que 22 personas quedaron heridas.
Por su parte, las autoridades iraquíes mantuvieron su balance de tres muertos, «un diputado y dos cuerpos no identificables», precisaron.
El jueves, un kamikaze se hizo estallar en la cafetería del Parlamento. Una fuente de los servicios de seguridad iraquíes dijo que el atentado pudo haber sido obra de un guardaespaldas de un parlamentario, burlando las «estrictas medidas de seguridad» en un momento en que se celebraba una sesión.
La Zona Verde, que engloba las principales instituciones iraquíes y la embajada estadounidense, está rodeada por cientos de barreras de hormigón y el acceso sólo es posible después de varios controles.
Este viernes, una alianza de grupos sunitas englobada en la facción iraquí de Al Qaeda reivindicó el ataque.
«Un héroe del Estado islámico en Irak (…) con un cinturón explosivo (…) se infiltró el jueves en una reunión de apóstatas e infieles, en el interior del supuesto Parlamento» y se hizo explotar, según un comunicado, cuya autenticidad no pudo ser contrastada por el momento.
El atentado provocó la condena general de la comunidad internacional.
El jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Javier Solana, expresó el viernes su «firme condena a este nuevo acto de violencia contra el símbolo de la soberanía popular en Irak».
Por su parte, Estados Unidos condenó «con fuerza» un acto que, sin embargo, no ve como un cuestionamiento de la nueva y controvertida estrategia de su presidente, George W. Bush, cuatro años después de la invasión estadounidense de Irak.
Asimismo, el primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki, denunció un «crimen odioso» con el que los «terroristas quieren hacer fracasar» el proceso democrático, mientras que la Liga írabe llamó a los iraquíes a unir sus esfuerzos para hacer frente a la violencia.
El ataque se produjo mientras Estados Unidos continúa el despliegue de 30.000 soldados suplementarios antes de junio de acuerdo con el plan de seguridad para Bagdad puesto en marcha hace dos meses.
Unos 80.000 militares estadounidenses e iraquíes ya están desplegados en la capital iraquí.
Tanto la administración como los militares estadounidenses estiman sin embargo que se necesitará varios meses para hacer una primera evaluación de los efectos de la estrategia.