¡Paren la matanza!


Todos los dí­as siguen ocurriendo crí­menes que cobran la vida de guatemaltecos pací­ficos y honrados que debieron merecer de sus autoridades elemental respeto para brindarles los mí­nimos de seguridad que ordena la Constitución de la República. Ayer fue asesinado un profesional que fue compañero de colegio del Presidente de la República y tal vez porque en este caso conocí­a en forma personal a la ví­ctima, el ingeniero Colom siente alguna conmoción que le haga entender lo que ocurre con los familiares y amigos de esos miles de muertos que nos deja cada año.


El Presidente y su entorno están muy ocupados con los programas que según ellos les pueden significar ventaja electoral para las elecciones que se han de realizar en menos de dos años. Por eso es que la seguridad no ha sido tema de preocupación de la gente de Gobierno y también por ello es que se han disparado los í­ndices de la violencia a niveles terribles y sumamente dolorosos para la población. Ayer el abogado Luis Fernández Molina, colaborador de La Hora y ex magistrado de la Corte Suprema de Justicia, al comentar el asesinato de su hermano, dijo que no valí­a la pena exigirle nada al Gobierno. Y esa es la sensación generalizada porque todos sabemos que es estéril pedir o exigir que hagan algo, que esclarezcan un crimen, puesto que la seguridad no forma parte de sus prioridades y preocupaciones. Ni siquiera en el caso de alguien que el Presidente conoció y trató en su juventud es capaz de hacerlos reaccionar para que intenten contener la matanza de guatemaltecos que ocurre impunemente todos los dí­as. Pero no podemos seguir impávidos viendo cómo nos están matando sin que aquí­ nadie haga o diga algo. No es posible que sigamos consintiendo tanta incapacidad de las autoridades de turno, especialmente de las que tienen el encargo y el mandato de velar por la seguridad de los ciudadanos. En lo que va del año han muerto ya tres pilotos asesinados por los criminales que se dedican a la extorsión y que lucran gracias a que el gobierno mantiene esa indiferencia que termina siendo criminal por sus resultados. Contener la violencia es una obligación de todo gobernante y en el caso de Guatemala es obvio que no se está cumpliendo con ese deber. El tema de que la violencia se combate con inteligencia no dio más que para ser motivo de sarcasmo y burla hacia el Gobierno y el ingeniero Colom, porque es abrumadora la evidencia de su absoluta incapacidad para entrarle a lo que fue su principal promesa de campaña.