Tras observar el «debate», entre los candidatos presidenciales Otto Pérez Molina y Manuel Baldizón, quedó absolutamente claro, al menos para mí, que en Guatemala sólo se necesita dinero o amigos con dinero para formar un partido temporal y ser mayor de 40 años para lanzarse como candidato a la Presidencia de la República. Y nada más y nada menos.
Si echamos miradas atrás, eso ha bastado, porque jamás se han valorado conocimientos, capacidad y lo que es más importante, honradez, ética, legitimidad moral para alcanzar metas de bien común, para estar dispuestos a servir al país y no tomarlo como un botín político. No. El candidato tiene que ser diestro en el mentir, en el engaño, en la facilidad para el robo, para el latrocinio, para destruir el Estado y socavar a la Nación. Esos son los aspectos más importantes.
Por salud mental hace varios años que no asisto, ni veo foros o debates político electorales, fuera de que me sé de memoria lo que dirán, lo que con desparpajo y cinismo afirmarán como futuros salvadores de la patria.
El «debate» que se desarrolló el lunes 17, lo vi casi forzivoluntariamente, porque me conozco el guión que se emplea en estos casos, similar al de cualquier mitin o reunión o spot publicitario, sólo que con públicos distintos, aunque tenía cierta curiosidad de tratar de conocer un poco más la personalidad de Baldizón, cuyas actitudes, declaraciones y «alianzas» me desconciertan en alguna medida, aunque es lógico, que si su meta es llegar a la Presidencia, no importa aliarse con el mismo Satanás, a quien los evangélicos como él o Salvador Gándara, de manera especial, abominan. No me defraudó. Deslegitimizó a su adversario con cuanto recurso tuvo a su alcance, rompió las reglas del juego e incluso insultó al Presidente de la Asociación de Gerentes al llamarlo, según él, como un chiste de mal gusto, que era el «chacal de la trompeta», un personaje grotesco del programa televisivo Don Francisco, que por cierto ocupa los primeros lugares de teleaudiencia en el país.
Pero así como Baldizón fue agresivo e irrespetuoso, Otto Pérez cayó en su juego y se dejó llevar por él hacia donde quiso conducirlo: a que perdiera los estribos y diera respuestas incoherentes y repetitivas utilizando reiterativamente la cercanía de Baldizón con la UNE y particularmente con Sandra Torres, cosa que ya es sabido, fuera por supuesto de sus amigos del alma Joviel Acevedo o Mario Estrada para citar otros dos ejemplares que «mal acompañan» al petenero.
Lamentablemente Pérez Molina puso de manifiesto que no cuenta con asesores políticos, ni publicistas idóneos, incluyendo al español inepto que también hizo su clavo al tratar de «encaramarse» a la tarima para quitar por la fuerza los documentos que con toda la maliciosa intención llevó el candidato . En efecto, cuando hay un debate de esta importancia al candidato se le prepara, primero, haciéndole ver las debilidades y fortalezas de su oponente y de esa forma utilizar las primeras y contrarrestar las segundas. Igual cosa se le hace ver al general candidato y aconsejarlo como responder ante sus debilidades que serán usadas por su contrincante y como aprovecharse de sus fortalezas para dar un buen mensaje. Luego, al candidato asesorado, ponerlo frente a diversos escenarios, por ejemplo: «tratará de sacarte de tus casillas, por lo tanto tratá de controlarte y simplemente ignorar las ofensas, distorsiones o mentiras con un visible (con gestos y actitudes) desprecio hacia su persona con simples palabras: «esa (mentira, calumnia, injuria), no me merecen comentario, no vale la pena seguirle el juego, o ponerme a su nivel» o bien advertir al candidato cuáles serán los recursos que usaría el adversario, en este caso, Baldizón ganó, cuando Pérez repitió con insistencia la alianza de éste con Sandra Torres, el contrincante irónicamente, en la última ocasión sólo dijo que Pérez Molina «soñaba con Sandra Torres». Jamás debatió el punto, lo eludió con sorna y burla. En otro caso, el general Pérez Molina sabía o debió saberlo por parte de sus asesores, que uno de los temas que Baldizón atacaría era su principal tema de campaña: la seguridad, incluso, con los mismos argumentos utilizados antes, achacándole a Pérez Molina la reducción del número de efectivos militares y dejar espacios que coparon miembros del crimen organizado, debiendo haber llevado mentalmente una respuesta preparada, relativamente convincente al indicar que él, en lo personal, no había limitado el número de efectivos de la institución de donde surgió, sino que se limitó a cumplir con la parte que sobre ese tema dictaban los Acuerdos de Paz, que lograron detener una guerra de 35 años.
Lo más importante hubiese sido que los asesores de Pérez Molina le inculcaran la idea de no enfrentar a su oponente por cuestiones que lo que pretendían era provocarlo y centrarse en sus planes de gobierno, en su disposición de trabajar y decir como dicen mucho los gringos, para evitar disgustos ante la prensa, ante el público, ante el oponente «no comments».
Los asesores de Baldizón, comandado por un gringo, obviamente estuvieron mucho mejor y prepararon a su candidato para, aún con cinismo y faltas de educación y rompimiento de reglas acordadas previamente, logró minimizar a Pérez Molina. Lo que debe analizarse es que este foro fue visto y oído (Emisoras Unidas y Guatevisión lo transmitieron) por muchísimas personas, pero más que nada de las clases media, media alta y alta en los sectores urbanos que es donde precisamente el líder del Partido Patriota tiene mayor electorado, pues en sectores del área rural este tipo de foros no tienen tanta importancia ni penetración, por lo que es obvio que quien obtuvo ventaja fue Baldizón, y aunque todos digan que uno u otro ganó, creo que todos los ciudadanos comunes y corrientes… perdimos. Lo claro es que si tiene 40 años y pisto ya puede ser presidente. Y punto.
MI HOMENAJE. Al haberse celebrado ayer el 67 aniversario de la Revolución de Octubre, mi respetuoso homenaje al coronel Jacobo Arbenz Guzmán, uno de los líderes forjadores de esa gesta y el mejor Presidente que ha tenido Guatemala, hasta que las huestes del mal de Eisenhower, Dulles y mercenarios nacionales que fueron derrotados por un grupo de cadetes que luego fueron traicionados por Rosell y Arellano, lo sacaron del poder. Su memoria aún está presente, en cambio los otros, ya se olvidaron.