Hace rato que quería escribirte y no encuentro las palabras para darte ánimo; trato de ponerme en tu lugar y el miedo que me produce la experiencia que viviste, me paraliza la mente.
Espero que con tu experiencia como escritor, puedas desahogarte contando tu experiencia de ser asaltado y haber salido golpeado en lo físico, pero con la fuerza espiritual de haber sobrevivido; porque lo que esto significa, es que todavía eres útil para tu familia, amigos, compañeros de trabajo y quienes siguen tu labor de radio en Emisoras Unidas y columnista de Siglo Veintiuno; así como escritor.
Espero que hayas llorado bastante en los hombros de tus seres queridos para que se te quite el miedo de seguir adelante.
Y cuando te mires al espejo y veas las cicatrices que te dejó este atentado, mírate como aquel gladiador que salio al ruedo a luchar por lo que más quiere y salió victorioso.