Acomedidos lectores de esta columna me enviaron breves historias que yo comparto con ustedes a fin de que inicien con buen humor su semana laboral.
Q- En un autobús extraurbano tipo pullman viajaban el citadino niño Luis con su papá Atilio hacia la aldea El Carmen Frontera (de todos mis recuerdos y amores), sita en Malacatán, del occidental departamento de San Marcos. El recorrido duraría cuatro horas. El padre se acomoda en el asiento y abre una revista, para distraerse. El hijo le pregunta de repente -¿Qué es eso papá? ?Es un ceiba con vacas a su alrededor, aprovechando la sombra ?responde el progenitor, y reanuda la lectura.
De nuevo Luis inquiere: -¿Ya vamos a llegar? Todavía nos falta mucho -replica el padre, pero tan pronto como sus ojos se posan en la lectura, el hijo pregunta de nuevo. Atilio responde, y así sucesivamente hasta que el papá busca en qué distraer al niño y observa que en la revista aparece un mapa del mundo.
Lo corta en pedacitos con su tijera para arreglarse la barba, le da los recortes a Luis, diciéndole que es un rompecabezas que debe armar. Se arrellana en el asiento, confiado en que su hijo tardará en armar el improvisado rompecabezas. Pero de pronto el niño exclama: -¡Ya terminé!
-Imposible, en tan pocos minutos. ¿Cómo pudiste armar el mundo en tan rápido? El hijo contesta, satisfecho: -Yo no me fijé en el mundo, porque detrás de la hoja está la figura de un hombre; compuse al hombre, y el mundo quedó arreglado?
(¿Entendió usted la moraleja?)
Q- Mis amigos í“scar y Raquel me cuentan que un agente de Emetra detiene en la calzada Roosevelt a un automóvil que circula a excesiva velocidad. El piloto pregunta: -¿Cuál es el problema, jefe? -Usté iba por lo menos a 160 kilómetros por hora -repone -¡Cómo va a ser! -protesta-; si acaso a 60 kilómetros. La esposa, que acompaña a su marido, interrumpe: -Vamos, Pablo, ibas a 110, por lo menos (El marido fulmina con la mirada a su mujer).
-También lo voy a multar porque no funcionan las luces traseras -agrega el agente. ¿Cómo es posible? Ni cuenta me había dado -se disculpa. Vamos, Pablo, yo te lo dije desde la semana pasada (El piloto vuelve a ver furioso a su cónyuge). -Y se merece otra multa por venir hablando en su celular -añade el policía de Emetra. -Vamos, jefe, sólo le dije al que me llamó que no podía hablar porque venía manejando. La esposa interviene de nuevo: -¡Vamos, Pablo, si venís hablando desde que salimos de la fiesta!
-¡Calláte, cerrá la jeta! Grita el marido a la mujer. El policía pregunta: -¿Siempre la trata así su marido, señora? La esposa replica -Sólo cuando está borracho.
Q- Vlady relata que en una población de Canadá se reunían a jugar ajedrez y tomar café, un sacerdote católico, un pastor evangélico bautista y un rabino. Una tarde los tres convinieron en que, como ya todos los habitantes del pueblo eran creyentes, deberían llevar la Palabra del Señor a un animal del bosque cercano, y qué mejor que a un oso.
Ocho días después el cura se presenta vendado del brazo y con raspones en la cara. Explica: -Intenté rociarlo con agua bendita, pero tuve que salir huyendo porque me atacó. Más tarde es el pastor el que llega con muletas y la cabeza vendada. -¿Qué te pasó -le preguntan sus colegas. El reverendo se queja: -Quise bautizar en aguas al oso, sumergiéndole en la orilla de la laguna?fue imposible.
Una semana más tarde el sacerdote y el pastor van a visitar al rabino en el hospital, quien yace inmóvil de las cuatro extremidades, pero el judío logra balbucear: -Ya me di cuenta que es inútil tratar de hacerle la circuncisión a un oso?