Para escuchar el oratorio El pesebre de Casals


Esta es una de las últimas columnas de «Temas Musicales» del año del Señor de 2007. En esta semana de Nochebuena la dedicaremos a reseñar algunas notas sobre uno de los oratorios de Navidad más hermosos de la música española contemporánea, lamentablemente muy poco conocido en nuestro medio: se trata del Oratorio El Pesebre de Pablo Casals, no sin antes decir que este es un homenaje de amor a Casiopea, esposa dorada, en quien mis venas vací­an su sangre en sus ánforas élficas, y en donde el llanto la designa aurora apasionada y alrededor de quien giró absorto pensando en su noche de astros y en quien muero impaciente de sed y martirio.

Celso Lara

Veamos, pues, algunos escarceos sobre El Pesebre de Casals. Diremos en primer lugar algo sobre el origen del mismo:

El estallido de la Guerra Civil Española (1936), provocó en Pablo Casals, que gozaba desde hací­a tiempo de fama mundial como violoncelista, un tremendo dolor y una profunda indignación. ¡Sólo maldad, egoí­smo desenfrenado, barbarie! exclamaba el gran maestro.

Casals, que como demócrata convencido fue perseguido por el régimen de Francisco Franco, regresó a España tan sólo durante cortos perí­odos de tiempo a instancias de parientes y amigos.

En este exilio, el poeta catalán Joan Alavedra fue a vivir con él en 1939. Alavedra habí­a salvado el manuscrito de un poema de Nacimiento en la única maleta que le quedaba tras su huida por los Pirineos. ?

En Cataluña es una vieja costumbre montar en épocas de Navidad un nacimiento o Pessebre con muchas figuras?. Alavedra termina su Poema del Pessebre y obtiene de esta forma un primer premio en los juegos florales de Barcelona. Impresionado por la sencillez y la fuerza de los versos, Casals comienza inmediatamente a poner música de oratorio al poema.

Casals le pidió entonces a Alavedra que introdujera aún una escena de adoración antes de la parte final donde se expresa la idea de una hermandad universal, el profundo respeto de toda forma de vida exigido por el amigo de Casals, Albert Schweitzer y el anhelo de paz de la humanidad. Las circunstancias polí­ticas en España impidieron a Casals interpretar por primera vez su oratorio tal como habí­a planeado: en su paí­s, liberado ya de la dictadura franquista.

La forma en que Casals puso música al Poema del Pessebre de Alavedra tiene sus raí­ces en la gran música del siglo XIX. Alguno que otro crí­tico reprochó a Casals que ignorara el desarrollo experimentado por la música desde entonces pero el maestro no tomó en cuenta las crí­ticas. El oratorio se divide en un prólogo y cuatro partes más:

El prologo comienza con un preludio que Casals compuso al estilo de la sardana. Los pastores toman rápidamente algunos regalos para el Recién Nacido (descrito por el coro masculino de forma rústica) y se ponen en camino.

«En el camino de Belén» (primera parte del oratorio), los pastores se van encontrando una tras otra con diversas personas que están trabajando. Las tres grandes arias para bajo de esta parte son de una gran solemnidad. Después de la segunda se introduce una canción de coro lí­rica que canta la Estrella de Belén. A la tercera aria para bajo sigue un aria para contralto muy dramática: «La vieja hilandera» prevé la crucifixión de Cristo. La riqueza melódica de la música produce una impresión de felicidad.

Un balanceante motivo en ostinato y sobre éste una melodí­a con aires orientales de los instrumentos de viento de madera hacen ver la imagen de una caravana de camellos.

La tercera parte, para cuya música Casals se dejó inspirar por la pintura de Fray Angélico (según explicó con ocasión de la ejecución en Santa Croce, en Florencia), nos muestra la escena en el Portal de Belén.

En la cuarta parte tiene lugar la adoración de los pastores y reyes. Aquí­ interviene en varias ocasiones la voz de un ángel (soprano) para rectificar la idea que los adoradores se hacen del Rey recién nacido y aludir a la Pasión.

Finalmente, el autor de esta columna de La Hora, desea a todos sus lectores la mejor y más serena de las Nochebuenas, llena de música, frí­o y de un profundo calor humano y que los lazos de solidaridad se renueven y podamos mantener la esperanza que nos infunde Casals para ser merecedores del mensaje que proclamara el coro celestial: «Paz a los Hombres de Buena Voluntad».