¿Para destruir el paí­s habrá algo peor que la corrupción?


Si me hubieran hecho esta misma pregunta antes de observar el desempeño del gobierno de Colom, seguramente de inmediato hubiera contestado que no, porque a todos nos consta que la corrupción ha sido capaz de corroer hasta los cimientos más sólidos de nuestra administración pública y de quienes laboran en ella, sobre todo, aquellos que provocan la fuga de fondos públicos, sin embargo, el primer año del gobierno de la UNE nos ha dejado la experiencia que por su falta de planificación no sólo impidió eliminar la corrupción existente sino añadió la pérdida de recursos que, por ser utilizados sin un concreto y determinado objetivo se han desperdiciado inútilmente e imposibles de reponer.

Francisco Cáceres Barrios

La ausencia de planificación del actual gobierno, cosa que para muchos no nos pasó desapercibida desde el inicio de su campaña electoral, fue más notoria cuando se empezó a hacer mucha bulla con la aplicación de los «programas de cohesión social», entre otros, repartir a manos llenas alimentos en los comedores llamados «Solidarios»; distribuir frijol, arroz, atol fortificado y harina de maí­z en asentamientos y poblaciones del interior de la República o regalar Q300 en efectivo. No, no es que no tenga sensibilidad social para resistirme a calmar el hambre, la sed y las necesidades de nuestra gente, sino que acciones como estas conllevan la desacertada filosofí­a de «dar pan hoy pero hambre para mañana», en lugar de utilizar la sapiencia de aquella que dice: «Es mejor enseñar a pescar en lugar de regalar pescados».

Por el momento no tengo ni idea de cuántos millones de quetzales se han erogado (ni cuántos más se vayan a erogar) pero estoy seguro que van a ser muchos, dinero contante y sonante que ya se salió o sigue saliendo del Erario nacional sin tener la más mí­nima certeza porque los insumos son adquiridos honesta y transparentemente; sin que se haya cumplido con la ley de compras y contrataciones del Estado y sin que sepamos a manos de quién o quiénes ha ido a parar. Insisto, mi oposición no es por sistema, sino porque es más claro que el agua que con ese mismo dinero bien se pudo haberse enseñado a mejor cultivar la tierra, a desarrollar multitud de talleres para capacitar y entrenar en la producción de artesaní­as, en fin, para procurar que cada guatemalteco vaya siendo capaz de desenvolverse por sí­ solo y no tenga que seguir dependiendo de la limosna que el Estado o sus politiqueros le puedan tirar de vez en cuando.

Es más que evidente que por la ausencia de planificación, especialmente porque llevamos rato de estarlo haciendo, se sigue despilfarrando todaví­a más dinero de lo que ya se gastó y, si a ello le sumamos que a la corrupción se le brinda todaví­a un terreno más fértil, ¿no está a la vista un rotundo fracaso en nuestro futuro?