Para Claudia


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Estas palabras no son especialmente dedicadas a la defensa de la institucionalidad del marco legal de este potrero medieval. Están ofrecidas a la dignidad de una de las personas más valiosas que he conocido. Nadie lo nota en estos días de torbellino político y de atropello de la dignidad colectiva, porque efectivamente la autoestima social está mancillada, pero Guatemala no es la misma después de la gestión de Claudia como Fiscal General.

Julio Donis


Será porque como dice un amigo, el riosmontito que lleva la gente adentro no les deja reconocer el triunfo de alguien diferente; asumir que esta gran tortuga de país se ha movido varios metros desde la gestión de una persona valiente y dedicada a su trabajo, es de pocos, pues la mayoría está enfrascada en su enajenado proyecto para alcanzar el éxito, porque damos por descontado que el país está perdido a la deriva, como efectivamente así es. La anomia social es tal que no somos capaces de reconocer que una persona con grandes capacidades ha sido capaz de defender el Estado de Derecho más que ningún otro administrador del Estado. Esa actitud es natural de ámbitos conservadores, que al menor asomo de algo diferente, se sospecha como amenazador; o como dice una amiga querida, ser demócrata valiente y profundo en una granja como Guatemala, termina siendo revolucionario (!). Es por eso y por muchas otras razones que la derecha se dirige inevitablemente, al callejón sin salida, al profundo agujero oscuro de sus contradicciones en el que tendrá que aceptar sus propias taras y miedos. Cualquiera que tenga dos dedos de conciencia debería expresar su incomodo, gritar y reclamar por los atropellos del que ha sido objeto Claudia Paz, como persona y como adalid de la justicia. Todo el movimiento social, los partidos que se dicen alternativos, gremios y usted como ciudadano deberían manifestarse ya, porque los pocos hálitos del Estado de Derecho que quedaban, están siendo ahogados por las fuerzas del mal, que manipulan los hilos de los muñecos serviles en la K.K., para que ellos estiren y retuerzan a discreción, los mandamientos konstitucionales. Ellos interpretan a conveniencia de sus amos la más leguleya y cantinflesca acepción de esas piedras gravadas, para convencer a un pueblo entero que un fallo “provisional” puede quedar “resuelto en definitiva”!, dejando además al Congreso de la República en el doble filo de una navaja, al tener que decidir entre su dignidad institucional y sus compromisos políticos. ¿Es que nadie se da cuenta? La única persona que ha sido capaz de defendernos está siendo atropellada, y no somos capaces de levantar la voz en su defensa porque hemos sido domesticados; la lobotomía histórica no nos deja discernir entre lo indigno y lo correcto. No permitamos que pase lo mismo como en otro momento de la historia, porque la vergüenza será asfixiante. Obligado e histórico es reconocer que no ha habido en bastante tiempo una persona con las calidades humanas y estadistas que Claudia. Los premios y reconocimientos mundiales obtenidos se los han dado a esta mujer valiente, no a otros hombres flojos y cómplices de la impunidad. En ningún lugar de este planeta se desconoce al que hace su tarea de manera sobresaliente, excepto en los rincones desolados y lúgubres del egoísmo y la prepolítica. La infamia que está sucediendo ya ni tiene que ver con la vieja polarización ideológica; ese fantasma solo lo arguyen otros lémures anticomunistas, esta batalla es por Guatemala. Y como dije al principio,  es por una guatemalteca, es por Claudia Paz Bailey, una ciudadana excepcional que ha hecho su tarea con la mayor responsabilidad.