Papas fritas en medio del desierto


Operativos de rescate en la mina de Copiapó. FOTO LA HORA: AFP ARIEL MARINKOVIC

En las afueras de la mina San José, en medio del desierto chileno, las papas fritas son gratis. Las prepara el cocinero Exequiel a las familias de los 33 mineros atrapados en ese yacimiento. Cuando están listas para servir, las anuncia haciendo sonar una vuvuzela.


Exequiel Rivera llega un poco antes del almuerzo al «Campamento Esperanza» desde Tierra Amarilla, un distrito cercano a la mina San José (800 km al norte de Santiago) y su misión es hacer amena la espera del rescate, sobre todo ahora que el ambiente es más tranquilo, pues hace 10 dí­as se supo que los mineros están con vida.

Atiende en un antiguo vagón blanco, al que le ha colocado luces de colores. Despacha tanto a la hora del almuerzo como en la cena, unas 500 raciones. Para anunciar que el quiosco abrió, uno de sus empleados hace sonar una vuvuzela, que retumba interminablemente entre los cerros arenosos del desierto de Atacama.

«Cuando el alcalde me contactó para venir, yo acepté encantado. Además esto se hace con mucha voluntad y corazón», dice Exequiel, quien además tiene una historia de vida que lo enlaza fuertemente a la minerí­a.

En 1969, su padre, Manuel Rivera, trabajador de la mina, sufrió un accidente que le quitó la vida: un tanque de 7.000 litros de agua le cayó encima, matándolo en el acto.

«A mi padre le decí­an «El negro Dolores», por el color de su piel y porque se quejaba de todo. Por eso mi negocio también se llama así­», explica Exequiel a la AFP.

Para la preparación de sus productos, Exequiel recibe los insumos del municipio. Presenta las papas bañadas en salsa de tomate, mostaza o mayonesa, o mediante un plato que se llama chorrillana: trozos de carne y cebolla fritas.

A veces los coloca dentro de un sandwich. En algunos casos también prepara salchichas y se las agrega en trozos. Todo un concentrado de calorí­as para soportar el fuerte frí­o nocturno del desierto de Atacama.

Hasta el puesto de Exequiel no sólo llegan familiares. También desfilan rescatistas, personal de apoyo de las mineras que colaboran en el rescate de los mineros y hasta periodistas que realizan la cobertura informativa en el lugar.

Así­ como Exequiel, decenas de personas trabajan en el abastecimiento de alimentos al «Campamento Esperanza», levantado en los alrededores de la mina San José por centenares de familiares de los mineros que pretenden quedarse allí­ hasta que se concrete el rescate.

«Nos vamos a quedar hasta que salgan los viejitos (muchachos), incluso para atenderlos también a ellos», asegura Exequiel.

El rescate de los mineros tardará unos tres o cuatro meses, según las autoridades.

DUEí‘OS Piden disculpas


Los dueños de la mina San José pidieron disculpas públicas por el accidente que dejó a 33 mineros atrapados al interior de yacimiento, dijo hoy su gerente general Alejandro Bohn, al declarar voluntariamente en una comisión del Congreso chileno.