El primer ministro griego George Papandreou viajó hoy a un balneario de la Costa Azul para explicar a los líderes europeos su plan de someter a referéndum el último plan de rescate — y las medidas de austeridad — que necesita Grecia para evitar la bancarrota.
La promesa del referéndum causó convulsiones en los mercados financieros y amenaza con dar al traste el plan para lidiar con la crisis de la deuda soberana pactado a menos de hace una semana.
Un triunfo del «no» en el referéndum podría provocar un default griego y echar al país del euro, lo cual a su vez significaría la quiebra de bancos débiles y el hundimiento de la economía global en una nueva recesión.
Incluso el calendario de la votación podría afectar dos cuantiosos desembolsos de dinero que necesita Grecia para evitar la bancarrota. Y la espera aumentó la presión que sufre Italia, la tercera economía de la eurozona, con una enorme deuda soberana.
La suerte de algunos de los líderes del G-20 podría depender de cómo termina la jugada de Papandreou, y con ello su destino económico. Por ejemplo, el presidente francés Nicolas Sarkozy y el estadounidense Barack Obama encaran arduas campañas de reelección en menos de un año.
Sarkozy había esperado que la reunión de líderes del Grupo de las 20 naciones más industrializadas y en vías de desarrollo, que tendrá lugar el viernes y el sábado, sería la oportunidad de Europa de presentar finalmente al resto del mundo el plan obtenido tras casi dos años de medidas a medias, indecisiones y retrasos.
El desplante de Papandreou puso fin a tan ambicioso plan.
Sarkozy y la canciller alemana Angela Merkel citaron a Papandreou en este balneario de la Costa Azul y continuarán insistiendo que el acuerdo de rescate de 130.000 millones de euros (177.000 millones de dólares) pactado la semana pasada sigue siendo «la única manera» de solucionar el problema griego.
«Alemania y la totalidad de la comunidad internacional intentan actuar en solidaridad y de forma responsable con Grecia, pero existe también una responsabilidad por parte de Grecia hacia sus socios europeos», dijo el vocero de Merkel, Steffen Seibert, en Berlín.
«Los países de Europa — especialmente los países de la eurozona — están tan integrados que toda decisión seria en una capital afecta a otros países».
El ministro de Hacienda irlandés Michael Noonan dijo que un rápido referéndum es la única manera — aparte de un adelanto electoral — de limitar el daño, posición que será repetida por Sarkozy, según un funcionario francés que habló a condición del anonimato.
«Si tenemos que pasar la Navidad y Año Nuevo aguardando a que los griegos tomen una decisión, la situación será mucho más caótica», dijo Noonan.
Un funcionario europeo de alto nivel advirtió que Atenas podría ser empujada a la quiebra si realiza el referéndum y los analistas dieron que el plan más amplio de la eurozona — para proteger a países como Italia y España — podría fracasar.
Tras una reunión del gabinete de siete horas, los ministros de Papandreou «respaldaron totalmente» su propuesta de referéndum y prometieron realizar la consulta «lo antes posible», dijo el miércoles por la mañana el vocero gubernamental Ilias Mossialos.
Empero, el gobierno de Papandreou encarará el próximo viernes una moción de censura en el parlamento.
Sigue firme
El primer ministro George Papandreou mantenía firme su decisión hoy dos días después que convocó a un referendo a fin de que el pueblo griego decida sobre un acuerdo europeo a fin de resolver la crisis de la deuda, pese a la indignación general n el extranjero, las turbulencias en los mercados mundiales y la disidencia dentro de su propio partido político.
El gobierno del líder socialista sigue luchando por su supervivencia antes de someterse a un voto de confianza el viernes y a un interrogatorio por parte de sus frustrados homólogos que participarán en la cumbre del G-20 en Cannes, balneario de la riviera francesa.
Luego de una agotadora reunión ministerial de siete horas, Ilias Mossialos, portavoz del gobierno, dijo que los ministros de Papandreou expresaron su «total apoyo a las iniciativas adoptadas por el primer ministro» y dijo que el referéndum se realizará «lo antes posible».
Sin embargo, funcionarios del gobierno dijeron que dos ministros aún tenían fuertes reservas ante la idea de un referéndum, el cual sería el primero en Grecia desde que el país votó para abolir la monarquía en 1974. Los funcionarios hablaron bajo condición de guardar el anonimato para revelar detalles de la reunión del gabinete.
Los mercados mundiales fueron golpeados por el anuncio de Papandreou hecho el lunes por la noche, en medio de temores de que el voto pueda deshacer un acuerdo que le costó a los líderes europeos meses de complejas negociaciones, entre ellos y con los bancos.
Los líderes europeos no han ocultado su descontento.
«Este anuncio sorprendió a toda Europa», dijo francamente molesto Nicolas Sarkozy, presidente de Francia, quien ha estado batallando para salvar la cara de Europa antes de recibir a los líderes de las principales economías del mundo del G20 esta semana.
«Darle voz al pueblo siempre es algo legítimo, pero la solidaridad de todos los países de la eurozona no puede funcionar a menos que cada uno acceda a realizar los esfuerzos necesarios», dijo.
Sarkozy y la canciller alemana Angela Merkel, que han estado al frente de los esfuerzos europeos para contener la crisis de deuda, hablaron por teléfono y acordaron tener conversaciones de emergencia el miércoles en Cannes, Francia, a las que Papandreou también fue requerido para discutir la implementación del rescate financiero.
El legislador francés Christian Estrosi fue incluso más directo al decir en una estación de radio que la medida adoptada por Grecia era «totalmente irresponsable».
«Yo quiero decirle al gobierno griego que cuando uno está en una situación de crisis y otros quieren ayudarte, es insultante tratar de salvar tu pellejo en lugar de asumir tus responsabilidades», dijo Estrosi.
En tanto, el primer ministro holandés Mark Rutte dijo que intentaría evitar el referéndum, al decir que él «trataría de ver que no ocurra eso». Pero reconoció que era un asunto de Grecia la manera como aprueba o rechaza el acuerdo europeo.
La decisión de Papandreou dejó a su gobierno tambaleándose al filo del colapso, ya que sus propios miembros reaccionaron airados y el Partido Socialista, al que pertenece, vio su mayoría parlamentaria reducida a sólo dos escaños en una legislatura de 300 escaños.