El papa Benedicto XVI, que hoy empieza en Camerún su primer viaje a ífrica, abordó de entrada el problema del sida, que tanto afecta al continente, reiterando la posición de la Iglesia católica contraria al uso del preservativo.
El sida «es una tragedia que no puede resolverse sólo con dinero, que no puede resolverse con la distribución de condones, que incluso agrava los problemas», dijo el Papa a la prensa en el avión que le traslada
El Papa estimó que la solución pasa por un «despertar espiritual y humano» y por la «amistad a los que sufren».
El Vaticano se opone al uso de cualquier método anticonceptivo -aparte de la abstinencia, temporal o total- y en consecuencia condena el uso del preservativo, aunque sea con fines profilácticos.
El sida tiene un impacto devastador en ífrica, particularmente en el sur del continente.
Así, en el ífrica subsahariana están el 67% de los 33 millones de personas portadoras del virus en el planeta, incluyendo el 90% de los niños portadores.
El problema es particularmente grave en países como Botsuana, Suazilandia y Sudáfrica. Unos 5,5 millones de los 48 millones de sudafricanos son portadores del virus.
Benedicto XVI salió de Roma hoy por la mañana en dirección a Yaundé, la capital de Camerún, primera etapa de un viaje de una semana que lo llevará además a Angola.
En ífrica, el Papa se encontrará con una Iglesia particularmente dinámica, de la que tiene «una opinión positiva» porque, por ejemplo, está «cerca de los que sufren y necesitan ayuda» y «a veces es la única estructura que funciona».
Según estadísticas oficiales de la Iglesia católica, el número de fieles en ífrica volvió a progresar en 3% en 2007 mientras permanecía estable en el resto del mundo. Cerca de la mitad de los bautizos de adultos en el mundo se celebraron en ífrica, según el diario Il Corriere della Sera.
Pero la Iglesia Africana tiene que afrontar muchos problemas, como la pobreza, las relaciones a veces conflictivas con el islam -como en Sudán y Nigeria- y con el cristianismo pentecostalista, que seduce a la población más pobre con sus promesas de curación y prosperidad.
Benedicto XVI dijo además que su viaje será la ocasión de abordar temas como «la lucha contra la corrupción» y «la apertura a otras religiones», calificando las relaciones de los católicos con los musulmanes de «buenas».
El Papa, que cumplirá 82 años el 16 de abril, dijo que quería que 2009 fuese «el año de ífrica». Además de la visita en curso, Roma acogerá en septiembre una conferencia de obispos Africanos y un sínodo Africano en octubre.
En Yaundé, engalanada con fotos del Papa y banderas de Camerún y del Vaticano, Benedicto XVI estará hasta el viernes. Se trata de la tercera visita de un Papa a Camerún. Durante su estancia se reunirá con los representantes católicos de 52 Estados Africanos para preparar el sínodo de octubre.
El jueves oficiará una misa al aire libre. Además, se reunirá con representantes de la comunidad musulmán y de asociaciones que ayudan a los discapacitados.
En Angola, país que se está recuperando de 27 años de guerra civil, Benedicto XVI se reunirá con el cuerpo diplomático en Luanda y, el domingo, oficiará una misa al aire libre.
La Iglesia católica, ante la imposibilidad de desempeñar un papel central para llevar la paz a ífrica, intenta aplacar las consecuencias de los conflictos armados y de la pobreza mediante acciones sociales que el papa Benedicto XVI alentará esta semana en su primer viaje a ese continente.
El domingo, el Papa dijo que durante este viaje quiere «tomar en sus brazos» a todo el continente con «sus dolorosas heridas» y su «enorme esperanza».
El acuerdo de paz que en 1992 puso fin a la guerra civil en Mozambique, obtenido por la comunidad católica de San Egidio, había generado mucha esperanza sobre el papel de la Iglesia a la hora de resolver guerras y conflictos en ífrica.
Pero en los 15 años transcurridos desde el primer sínodo sobre ífrica y en vísperas del segundo, del 4 al 25 de octubre próximos en el Vaticano, dedicado a la «Iglesia al servicio de la reconciliación, la justicia y la paz», ese continente ha sido escenario de numerosos conflictos y crisis.
Los obispos de ífrica central pidieron en julio de 2008 en Bangui a «todos aquellos que siembran la muerte y la desesperanza (…) que entierren el hacha de guerra» para poner fin «a los dramas humanitarios».
Ese fue también el deseo de la comunidad católica de Nigeria, el país más poblado del continente (140 millones de habitantes).
«Esperamos que (en el próximo sínodo) haya recomendaciones sobre cómo obtener una reconciliación y una paz duraderas con nuestros hermanos musulmanes», declaró Ralph Madu, portavoz de la Iglesia católica nigeriana.
«En el continente, hay toda clase de disturbios, tensiones interétnicas, como en la República Democrática del Congo (RDC, ex Zaire), por ejemplo. Esperamos que el sínodo aborde esos temas», añadió.
En la RDC, el sínodo parece levantar poco entusiasmo, quizá como consecuencia de la proliferación de iglesias evangélicas de diversas tendencias, entre éstas algunas que parecen sectas, como en el resto del continente.
En Madagascar, sumido en una crisis política desde fines de 2008, la Coalición de Iglesias Cristianas (FFKM) intenta una mediación, con la ONU, para entablar un «diálogo nacional» que permita a la isla encontrar una salida.
Pero resolver conflictos, reconciliar y hacer justicia son tareas de largo aliento, destacaron los observadores.
Según Mario Giro, de la comunidad de San Egidio, se necesitaron 27 meses de negociaciones para desembocar en el acuerdo de paz de Mozambique que puso fin a 16 años de guerra civil, firmado el 4 de octubre de 1992.
«La paz necesita una convicción profunda» de las partes en conflicto, explicaba Giro en 2007 en Francia, al hablar de las mediaciones en crisis.
«La verdadera urgencia es empezar el proceso», explicaba.
Henriette Ngoma, una «cristiana practicante gabonesa», considera que la Iglesia «ya tiene un papel» en favor de la paz mediante la acción social en escuelas católicas y asistencia a los desfavorecidos. «Pues son las semillas de la paz», afirma.
En el continente, comunidades católicas realizan tareas en los ámbitos de la educación y la salud -en particular en la lucha contra el sida, a pesar de la negativa del Vaticano a promover el uso del preservativo-, la lucha contra la pobreza y la tortura.
«Más allá de sus debilidades, (la Iglesia) sigue gozando de una gran credibilidad entre la población africana», estimaba monseñor Nikola Eterovic en un trabajo colectivo titulado «De un sínodo africano a otro».