Papa concluye visita a Portugal


El Papa Benedicto XVI saluda desde el altar, a su llegada a la avenida Aliados en Port. AFP PHOTO / VINCENZO PINTO

El papa Benedicto XVI concluyó hoy con una misa al aire libre en Oporto su visita de cuatro dí­as a Portugal, marcada por la peregrinación al santuario de Fátima, donde fue aclamado por la multitud, y por haber reconocido los errores de la Iglesia en los casos de pedofilia.


Como en Lisboa y Fátima, miles de personas salieron en Oporto para saludar al Pontí­fice alemán, de 83 años, y asistir a la tercera misa al aire libre de su viaje celebrada en la Avenida de los Aliados de esa importante ciudad industrial, fuertemente afectada por la crisis económica.

El Papa llegaba de Fátima, uno de los principales epicentros del catolicismo y principal meta de su viaje, donde medio millón de peregrinos asistieron con fervor y devoción el jueves a la misa celebrada en el emblemático santuario para conmemorar las apariciones de la Virgen el 13 de mayo de 1917 y la beatificación hace diez años de dos de los tres pastorcitos ante los cuales, según la tradición, se apareció Marí­a y les confió tres secretos.

El pontí­fice alemán, quien interpretó teológicamente el tercer secreto de Fátima, revelado en el año 2000 por deseo de Juan Pablo II tras décadas custodiado, reconoció que las profecí­as de Fátima no han terminado.

«La humanidad desencadenó un ciclo de muerte y terror, pero ha fracasado en interrumpirlo», dijo.

Para el jefe de la Iglesia católica las visiones de la Virgen se referí­an a las guerras mundiales, las persecuciones del comunismo, el atentado a Juan Pablo II, pero también a los «sufrimientos» actuales de la Iglesia por el escándalo de pedofilia.

El Papa «actualizaba» así­, según los observadores, el llamado tercer secreto de Fátima.

«Es algo traí­do por los cabellos, pero le permite hablar de los pecados internos de la Iglesia con la autoridad de una profecí­a de la Virgen·, comentó el vaticanista Bruno Bartoloni.

Otro gesto contundente de su viaje fueron las declaraciones hechas a los periodistas durante el vuelo papal en las que condenó sin titubeos los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia y reconoció que la mayor persecución que sufre la institución no viene de los enemigos de «afuera» sino de sus «propios pecados».

El jefe de la Iglesia católica criticó también indirectamente a quienes acusan a los medios de comunicación de instrumentalizar el escándalo de pedofilia, entre ellos varios cardenales, al admitir que el «mal está adentro» de la institución.

«Acaba con la cómoda tesis del victimismo», comentó el vaticanista Giancarlo Zizola.

El Papa abordó también temas sociales, la crisis económica y condenó el aborto y el matrimonio homosexual como «insidiosos y peligrosos» en uno de los paí­ses más católicos del viejo continente, pero que en los últimos años introdujo el aborto y está por legalizar el matrimonio entre homosexuales.

La condena suscitó la reacción de la ministra socialista de Salud, Ana Jorge, quien aseguró que si bien «respeta» la posición de la Iglesia, «no es la nuestra».

Los católicos portugueses se volcaron para mostrar al Papa su apoyo pese a los escándalos por pedofilia en Europa, cambiando la imagen de un pontí­fice tí­mido y distante.

«Es alguien más familiar para muchos, pese a su personalidad discreta, aunque siempre cordial y sonriente», comentó el portavoz del Papa, padre Federico Lombradi.

Tras la misa en Oporto, el pontí­fice pronunció un discurso de despedida en el aeropuerto y se embarcó con destino a Roma.