El papa Benedicto XVI inicia hoy una visita de seis días en Estados Unidos, la primera desde el comienzo de su pontificado hace tres años, que lo llevará a Washington y Nueva York.
El presidente estadounidense George W. Bush, a pocos meses de dejar la presidencia, reserva a Benedicto XVI un recibimiento excepcional, según informó la Casa Blanca.
Bush y su esposa Laura recorrerán hoy las pocas decenas de kilómetros entre la Casa Blanca y la base aérea Andrews, en el sudeste de Washington, para recibir al Papa en su condición de jefe de Estado cuando descienda del avión.
La Casa Blanca espera que las conversaciones que sostendrán Bush y Benedicto XVI sean «francas», aunque admitió que los valores comunes de ambos no impedían que existieran diferencias, como ocurrió respecto de Irak.
«Hubo diferencias hace años, pero creo que (el papa y el presidente) están de acuerdo en que la presencia de nuestros soldados (en Irak) fue útil para estabilizar la región y la promoción de los derechos humanos y la justicia», dijo la portavoz presidencial Dana Perino.
Agregó que ambos se habían encontrado antes y que «pueden mantener conversaciones muy francas y abiertas, y creo que los valores compartidos entre ambos son más fuertes que cualquier desacuerdo que puedan tener».
Benedicto XVI admitió que siente «profunda vergí¼enza» por los sacerdotes pedófilos involucrados en escándalos en Estados Unidos, en declaraciones formuladas a la prensa este martes a bordo del avión que lo conduce a Washington, donde su llegada está prevista para las 20H00 GMT.
Los escándalos de pedofilia significaron un duro golpe a la autoridad moral de la Iglesia Católica en Estados Unidos, acusada de haber perdido su capacidad de proteger a los niños.
Denuncias contra sacerdotes por abusos sexuales se acumularon en los tribunales de Estados Unidos y decenas de víctimas fueron indemnizadas con millones de dólares.
Entre 9.000 y 12.000 invitados son esperados el miércoles en los jardines de la Casa Blanca, si el clima lo permite, para la ceremonia de bienvenida.
Esto sería una cifra superior a los 7.000 invitados que recibieron con gran pompa en mayo de 2007 a la reina Isabel II de Inglaterra, y tal vez más asistentes que a ninguna otra ceremonia análoga bajo la presidencia de Bush.
«Aquí muchos hablamos inglés, otros español y algunos francés, pero para el Papa tenemos una voz única», dijo Orlando Grimaldi, un hispano miembro de un coro que va a cantar durante la visita del Papa.
Las autoridades adoptaron medidas de seguridad excepcionales para la primera visita de Benedicto XVI a Estados Unidos.
Se trata de la primera vez que un papa viaja a Estados Unidos después de los atentados de septiembre del 2001, por lo que los dispositivos de seguridad fueron reforzados.
El mes pasado, el líder de la red Al Qaida, Osama Bin Laden, organización considerada responsable de los atentados del 11 de septiembre del 2001, acusó al Papa de protagonizar «una nueva cruzada» contra el Islam.
Bajo la divisa «Cristo nuestra esperanza», la visita papal se produce en medio de una reñida campaña electoral en Estados Unidos y un gran descontento de los estadounidenses con la guerra en Irak, en momentos en que las bajas norteamericanas en Irak superaron los 4.000 soldados en cinco años.
Los hispanos, que se convirtieron en uno de los principales pilares de la Iglesia Católica en Estados Unidos, se dirigirán al Papa para que se pronuncie contra las medidas impuestas a los inmigrantes indocumentados.
«Me gustaría que el Papa nos hable sobre cómo, en nuestra calidad de católicos, debemos acoger al pobre y al extranjero en este país», afirmó Enid Roman de Jesús, presidente de una asociación de directores de las diócesis católicas.
«Quiero que diga lo terrible que es que haya un muro para separar a los pobres de los que tienen una esperanza de futuro», dijo Roman, en referencia a la frontera entre México y Estados Unidos.
El papa Benedicto XVI admitió este martes que siente «profunda vergí¼enza» por los sacerdotes pedófilos involucrados en varios escándalos en Estados Unidos, en declaraciones formuladas a la prensa a borde del avión que lo conduce a Washington.
«Casos como esos no ocurrirán más. La pedofilia es incompatible con el ministerio sacerdotal. Siento profunda vergí¼enza por ello», declaró el pontífice, quien cumplirá su primera visita de seis días a Estados Unidos y a la sede de la ONU.
El pontífice, que será recibido por el presidente George W. Bush, anunció que la Iglesia católica «hará todo lo posible para curar las heridas causadas por los sacerdotes pedófilos».
Los católicos estadounidenses esperan que el Papa condene con palabras firmes el escándalo de la pedofilia, que involucró a cientos de sacerdotes y que significó un duro golpe a la autoridad moral de la Iglesia católica de ese país.
Numerosas denuncias de abusos sexuales contra sacerdotes se acumularon en los tribunales de Estados Unidos y decenas de víctimas de los abusos de sacerdotes entre 1960 y 1980 fueron indemnizados con millones de dólares.