«Durante las conquistas romanas, los patricios ganaban enormes riquezas; millares de esclavos cultivaban sus campos; obreros esforzados trabajaban en la construcción levantando edificios y calzadas; los artesanos en sus talleres fabricaban carros y espadas, mientras los políticos discutían en el foro. Los ciudadanos humildes se empobrecían cada vez más y una parte del pueblo abandonó sus trabajos agrícolas y los oficios más duros. En plena decadencia del Imperio, el pueblo llegó a una clara conclusión, queremos pan y circo. El Senado repartía trigo y los optimates, regalos.
Los espectáculos circenses duraban desde la mañana a la noche. La gente se llevaba comida al anfiteatro y allí echaban el día viendo a los gladiadores luchando cuerpo a cuerpo, a las fieras devorando cristianos, a los deportistas corriendo sobre las cuadrigas y el pueblo ahíto de sangre. Daban un descanso de vez en cuando para ir a los vomitorios, a las letrinas y a estirar las piernas. De esta manera vivía el pueblo romano, completamente desocupado y perezoso, dejando las sanas costumbres y arrastrando una vida cada vez más sórdida, relajada e inactiva.» JUAN LEIVA. Periodista Español.
Otra de mis estrategias como docente universitario, era la de solicitar a los alumnos que leyeran cualquier medio de su elección con la finalidad en apariencia de fomentar la lectura científica, la lectura crítica. Al iniciar la clase solicitaba a los estudiantes cuál era el resultado de ese ejercicio, diversos los comentarios, diversas las conjeturas y por supuesto diversas las lecturas, todas respetables. El «ejercicio» conllevaba la sana experiencia de mostrarle al alumno la necesidad de aprender a leer entre líneas, leer mas allá, interpretar lo que acontecía en el ámbito nacional o internacional.
Y es que, la virtud de un buen análisis conlleva desprenderse de lo que a mí me gusta, de lo superficial, de lo vano, de lo sutil, un análisis requiere una profunda capacidad de ver y entrever comprendiendo que lo que sucede no es cuestión fortuita que no todo está dado, que no todo se encuentra escrito.
En mis años de juventud, tuve la enorme dicha de conocer sabios amigos que orientaron mis primeros pasos en el análisis crítico y objetivo, en Venezuela por ejemplo, durante mi formación política, esbozábamos teorías sobre ciertos criterios filosóficos, lo que llamábamos una aproximación al hombre, el desprendimiento absoluto de los elementos superfluos que lo alejan del contexto de la realidad sin perder de vista la realidad. Ver, escuchar, actuar eran una de las virtudes que solíamos repetir constantemente a efecto de alejar al individuo de los efectos nocivos del bullicio mundano que lo somete al consumo, que lo mediatiza y lo somete como en un circo romano, un simple espectador.
El análisis crítico en la ciudadanía, el llamado «empoderamiento» es una fortaleza que construye naciones cohesionadas, la capacidad de dialogo refuerza la institucionalidad democrática, lo repito y lo he venido repitiendo constantemente, las naciones proclives al éxito «construyen ciudadanía» sobre el fundamento del acceso a la información (educación), del análisis de la información (proceso critico), de allí pues que el surgimiento de diversas corrientes de pensamiento en una sociedad es el resultante de una maduración, la crítica y el análisis depende de cada uno de quien recibe la información, para transparentar este proceso se hace necesario dotar de las herramientas que permitan ejercitar sin problemas, sin sesgos, sin presión de ningún tipo a quien recibe la información y hace con ella lo que su libertad le permita, sin afectar el derecho de los demás a seguir pensando.
Insto a los lectores de mis columnas a intentar y continuar intentando leer, a comparar, a analizar modestamente conmigo diversas realidades, tengo pendientes algunos ensayos sobre diversos temas solicitados gentilmente por quienes me leen (entre líneas) y me comprometo a continuar investigando, analizando, aportando, esta es quizás la tarea más linda y mas ingente.