Pandillas usan códigos secretos en la planificación de crímenes


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Grupos de pandilleros intentan burlar la vigilancia sobre sus actividades utilizando particulares sistemas de comunicación en la planificación de crímenes. Las autoridades les siguen la pista a las cambiantes y sofisticadas formas de expresión que surgen entre los grupos delictivos.

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POR MARIELA CASTAÑÓN
mcastanon@lahora.com.gt

La estrategia de las pandillas consiste en sustituir los significados convencionales de letras, números o figuras por sus propios códigos, para utilizar un lenguaje cifrado que difícilmente se puede comprender sin la ayuda de una guía o manual.
 
Esto lo confirman estudios de la Policía Nacional Civil, que han logrado descifrar varios manuscritos –con diferentes códigos– utilizados por reclusos para planificar crímenes.
 
Con sus sistemas de comunicación, los privados de libertad pueden enviar una orden de “muerte” o “extorsión” desde la cárcel hacia la calle, donde otros se encargan de ejecutarla.
 
Investigaciones de la Unidad Nacional contra el Desarrollo Criminal de las Pandillas (PANDA), sustentadas por el Ministerio de Gobernación (Mingob), refieren que este mecanismo se ha convertido en la base de comunicación de los pandilleros, principalmente en las cárceles Fraijanes I y Fraijanes II, donde supuestamente existe más dificultad para ingresar un teléfono celular.
 
En estas prisiones también están internos los principales líderes de la Mara Salvatrucha y la Mara 18, quienes continúan dirigiendo a los integrantes de sus clicas, que están privados de libertad en la cárcel El Boquerón y en el Centro de Detención Preventiva para Hombres de la zona 18, respectivamente.  Estos, a su vez, trasladan órdenes a quienes se encuentran libres.
 
Según las pesquisas de la Unidad Panda, descifrar estos códigos resulta complicado, debido a que los pandilleros utilizan diversos recursos y herramientas legales –lápices, plumas, papel–, que no podrían servir como medios de prueba para imputar un hecho ilícito a los integrantes de la banda delictiva, porque entre lo poco descifrado no se especifica literalmente “cometer un asesinato” o “extorsionar”.

Recientemente, el coordinador y ahora asesor de la Fuerza de Tarea contra el Sicariato, Juan Pablo Ríos, explicaba que los teléfonos –aunque persiste la coordinación de ilícitos a través de estos aparatos– son las principales herramientas para delinquir, y también los códigos de comunicación son otra modalidad de comunicación detectada entre los grupos de pandillas que están vinculados con la planificación de muertes.
 
“No necesariamente usan un teléfono para coordinar una muerte, para eso existen también los códigos de comunicación que pueden ser utilizados por testigos, por visitas, por familias, por los propios abogados”, explicaba el funcionario.
 
Por aparte, investigadores de la Unidad Panda refieren que el problema se agudiza, principalmente porque resulta complicado prever un hecho ilegal, cuando la jerga utilizada es a través de este tipo de “manuscritos”.

DOCUMENTOS EN ANÁLISIS
El pasado 22 de septiembre, mediante una requisa, las fuerzas de seguridad incautaron varios objetos ilícitos en 18 de 19 bartolinas del Sector 11 del Preventivo de la zona 18, donde fueron encontrados 6 celulares, ocho chips, ocho paneles solares, así como más de 300 hojas de papel con información en “código” escritas por los pandilleros.

La Hora intentó obtener los avances de los análisis de esos documentos, pero según el Centro de Recopilación, Análisis y Difusión de Información Criminal (CRADIC), de la PNC, no es posible revelar esos datos, pues es “información confidencial y delicada”.

Sin embargo, este vespertino tuvo acceso a otros expedientes, por los que se conoció que los grupos delictivos utilizan todo tipo de símbolos para burlar a las autoridades.  Planifican hechos delictivos con este tipo de comunicación, que según las fuentes de información consultadas, cambian constantemente, toda vez son descifradas (observe la foto: Para el Diablo, el Payaso y los Demás).

Según Julio Rivera Clavería, quien fue viceministro de Seguridad y ahora es Inspector General en el Ministerio de Gobernación, toda la información decomisada en las cárceles es objeto de análisis por los entes de investigación, que van recopilando cada detalle que puede ser utilizado de forma adecuada.

“Efectivamente, eso se viene desde hace varios meses, se ha comenzado a hacer ese trabajo por parte de los analistas de la PNC y del Ministerio Público (MP) y la realidad es que se ha llevado algún tiempo, pero hay indicios suficientes para saber de qué se trata, es con lo que nosotros contamos para poder trabajar. A través de esos códigos se dan órdenes de todo tipo –asesinatos y extorsiones–”, admite el funcionario.

De acuerdo con las fuentes consultadas, irónicamente, en estos análisis participan exmiembros de las clicas de pandillas y jóvenes que pretenden obtener la figura de “colaborador eficaz”, quienes apoyan para descifrar los mensajes ocultos detrás de los códigos de comunicación.

INFORMACIÓN VARÍA
Rudy Esquivel, portavoz del Sistema Penitenciario (SP), explica que toda la documentación encontrada en los diferentes centros carcelarios, es información que puede considerarse útil para las autoridades,  por tanto, queda en manos del Ministerio Público (MP), de las Fuerzas de Tarea de la Cartera del Interior y de la Policía Nacional Civil (PNC), que son los entes pesquisidores.

“Cada procedimiento en los centros que deriva en incautaciones de artículos y en momento dado información varia, es interpretada y decomisada por los entes de investigación, quienes son los que formalizan los procesos, si así se requiere”, explica Esquivel.

El representante del SP indica que en lo que va del año se han realizado más de mil 100 requisas, donde se han incautado objetos ilícitos, pero también se han fortalecido los procesos de investigación de forma interinstitucional.

“En los últimos procesos donde se han incautado teléfonos y artículos comunes –que han disminuido, dice–, se han determinado capturas externas, reubicaciones de reos; todo es parte de un proceso de investigación criminal por parte de los entes de investigación, coordinados de una manera interinstitucional”, refirió.

Carmen Rosa de León Escribano, directora del Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible (IEPADES), propone el involucramiento de las instancias de inteligencia civil, para prever cualquier acontecimiento que pueda generarse desde el interior de las cárceles, y causar violencia.

“Desde los mecanismos de inteligencia civil se debe determinar eso, definitivamente esto es un trabajo donde se debe operar, obtener la información desde adentro, sobre todo si son recintos controlados desde el Mingob”, dice la entrevistada.

De León reitera, que es necesario ubicar a los privados de libertad, según su situación jurídica –preventiva y condenada–, por delito y sectores.

“Urge que haya una separación, no solo los que están únicamente en espera de proceso, ahí es donde hay una mezcla terrible.  Definitivamente tienen que ser divididos y controlados por diferente tipo de delito y sectores” dice la experta en seguridad.

“WILAS O NUBES”
Según la jerga delictiva, estas notas son denominadas “wilas o nubes” y usualmente se sabe que estos documentos contienen preguntas y respuestas entre grupos de pandillas, sobre qué hacer y cómo realizar una acción específica, relacionadas a asesinatos, atentados y extorsiones.

Así como estos documentos han cobrado auge en los últimos años, investigadores consultados explican que, de la misma forma, las maras podrían ir innovando otras estrategias de comunicación, como sucedió con el lenguaje de las manos.

Antes, los policías captores buscaban evitar que los grupos delictivos utilizaran sus manos para enviar órdenes, a través de las cámaras de los medios de comunicación, pues con ello buscaban que los integrantes de su banda continuaran delinquiendo, o buscaran venganza.

En Guatemala y en otros países como El Salvador, se buscaron mayores controles en estos casos, para evitar que se continuara generando algún tipo de violencia.

A la fecha, según se sabe, los grupos de pandillas de los países del triángulo Norte de Centro América –Guatemala, El Salvador y Honduras– utilizan un código de comunicación similar, aunque adaptado a su cultura y su forma de operar.

Una investigación de las Policías de Centroamérica indicaba, hace un año, que en los tres países la actividad más lucrativa de los grupos era la extorsión, la cual estaba estrechamente vinculada con los asesinatos a transportistas y comerciantes.

“Cada procedimiento en los centros que deriva en incautaciones de artículos y en momento dado información varia, es interpretada y decomisada por los entes de investigación, quienes son los que formalizan los procesos, si así se requiere”.
Rudy Esquivel
Sistema Penitenciario