Cuando llevaba diez semanas de embarazo, a la mexicana Guadalupe Ficticio de Villa le practicaron un ultrasonido que mostraba a un bebé que movía sus brazos, sus piernas, y su cabecita. Los padres, pidieron al obstetra que les mostrara esa maravilla a sus dos hijas, Susana de 6 y Alicia de 10 años respectivamente quienes asombradas lo celebraban con alegría.
Tres días después la madre desarrolló una fiebre eruptiva que el obstetra diagnosticó como rubéola lo que el laboratorio confirmó. Había entonces una alta probabilidad de que ese bebé naciera sordo o ciego.
El obstetra fue muy categórico y recomendó que cuanto antes se hiciera abortar a la madre. El acongojado padre no creía las afirmaciones del obstetra que le decía: «es cierto que es un ser humano, viviente, pero, todavía no es un bebé», una afirmación que para el padre era ilógica.
El padre se lo contó a sus hijas Susana de 6 y Alicia de 10 años y le pidió al médico que intentara convencerlas de que antes de las 12 semanas eso que ellas habían visto en el ultrasonido y habían fotografiado, no era un bebé. Las niñas no podían creerlo. Es que apenas, unos días antes, ese mismo obstetra con orgullo les mostró el ultrasonido y les había preguntado que si ya sabían el nombre que le pondrían a su hermanito y ellas le habían respondido: «si es un hombrecito le pondremos Francisco, y si es una mujercita le pondremos Guadalupe como nuestra Virgen».
Susana y Alicia le contaron a sus primas y amigas la impresionante experiencia del ultrasonido donde, a su hermanito, ya le habían visto la cabecita y como movía los brazos y las piernas y que se llamaría Panchito o Lupita.
Por eso las mentes de estas niñas estaban, ahora, confundidísimas «ese obstetra es un mentiroso». Hacía apenas tres días el ultrasonido y el video les había mostrado al bebé ahí, vivito, y ahora les decían que había que matarlo porque no era bebé. Confundidas se preguntaban ¿cómo es que ahora nos dicen que nuestro hermanito no es un bebé y que es algo que, sin ninguna pena, se le puede sacar a su mamá?
«Y si nos esperamos diez días para que cumpla 12 semanas, y así dicen los diputados, ya no lo puedes matar».
Las pobrecitas Susana y Alicia, eran así víctimas de una indescriptible amenaza que las hacía sufrir. Era un sufrimiento que el obstetra trataba de no sentir pero, sin lograrlo sentía turbación de la conciencia. Fue así que ese medico, él también confundido, les dijo a las hermanitas: «la gran mayoría de los diputados mexicanos están convencidos que, eso, no es un bebé y que por lo tanto se le puede matar, y es que esos señores congresistas han estudiado y eso se lo conocen a fondo». Sin embargo, el mismo obstetra sentía que su conciencia, algo le señalaba, porque él también sentía que los diputados, en ese sentido, eran unos ignorantes.
El padre y hermanitas no se convencían y decidieron que a su hermanito nadie lo mataría. Cumplidas las 36 semanas de embarazo nació una bella mexicanita por nombre Guadalupe Villa.
La ley pro aborto que los diputados mexicanos acaban de aprobar hace pocos días permite matar a los niños mexicanos que todavía no han cumplido 12 semanas de vida. Esa ley quiere hacer de ti, mujer guadalupana, una abortista, pero no lo permitas. Es más, tú, mujer mexicana que ya te sientes madre porque tienes 8 semanas de retraso intuyes, y sabes muy bien que si acaso te provocas un aborto, sentirás en el alma inconsolable tristeza y un hiriente sentimiento de culpabilidad por haber matado a tu hijo, y eso, nunca lo olvidarás el resto de tu vida.