La rivalidad entre los Chargers y los Raiders ha tenido muchos episodios en los últimos años, desde la «Inmaculada Decepción» que sufrió San Diego en 1978 hasta las riñas en el graderío, pasando por los estragos que causó repetidamente el corredor LaDainian Tomlinson en la defensiva de Oakland.
Ahora, el duelo confrontará a un par de buenos vecinos en Del Mar, una zona adinerada en el sur de California.
Si Norv Turner quisiera ponerle incluso más pimienta a la rivalidad, el entrenador podría entrar a la casa de su vecino y pegar una calcomanía de los Chargers en la puerta. En venganza, el quarterback Carson Palmer podría pintar el buzón de Turner con los colores plateado y negro de los Raiders.
Pero al parecer, el enfrentamiento sólo se dará en el terreno del Qualcomm Stadium, el jueves por la noche. El duelo entre vecinos se hizo posible luego de que Palmer salió de un virtual retiro mediante un canje que lo llevó de los Bengals de Cincinnati a los Raiders.
«Vivimos bastante cerca el uno del otro», dijo Turner. «Ellos pueden oír los ladridos de nuestros perros y yo escucho de vez en cuando las risas o el llanto de sus niños».
Luego de inicios prometedores, los Raiders y los Chargers tienen fojas de 4-4, y comparten con Kansas City el primer lugar de la mediocre División Oeste de la Conferencia Americana. Oakland tiene un récord de 0-2 desde que se hizo de los servicios de Palmer, quien cumplirá su segundo encuentro de inicio y su tercera aparición con el equipo.
San Diego ha perdido tres compromisos en fila después de tener el mejor comienzo en la gestión de cinco años de Turner.
Después del partido del jueves por la noche, sólo uno de los dos vecinos estará contento, pero no como para alardear. Ese derecho le correspondería exclusivamente a otro residente del vecindario, Aaron Rodgers, quarterback de los Packers, que marchan invictos, aplastaron 45-38 a los Chargers el domingo y se miden a los Raiders el 11 de diciembre en Green Bay.
En diciembre, Palmer guió a los Bengals a una victoria inesperada que destrozó las esperanzas de los Chargers, de avanzar a la postemporada. Palmer lanzó cuatro pases de anotación ese día, incluido el que dejó atónito a Turner. En una imagen captada por la televisión, el entrenador volteó a ver a Ron Rivera, entonces su coordinador defensivo, y le preguntó: «Â¿Qué pasó?»
Pero Palmer no ha sido muy preciso con Oakland. Le han interceptado tres pases en cada uno de sus últimos dos partidos.
Por su parte, Philip Rivers ha tenido con las filas de San Diego una racha impresionante de balones perdidos, que totalizan ahora 17, la mayor cantidad en la NFL, incluidos 14 pases interceptados.
«Este jueves hay una gran oportunidad para alguien», dijo Palmer. «Es maravilloso estar en esto. Nuestro equipo entiende que estamos aquí y que tenemos una oportunidad frente a nosotros. Esperamos salir y jugar bien al fútbol» americano.