Palabras sabias


Guillermo Castañeda Lee, ced. R-19 No. 997, Teculutá, Zacapa

«Dad al César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios», palabras sabias que dijo nuestro Señor Jesucristo, que nos marcaba la pauta y un camino de pureza de cómo se debe practicar la religión. Triste es que ni sacerdotes ni religiosos entiendan el significado de tales palabras, aunque talvez sí­ las entiendan, pero puede más su deseo de navegar en las aguas polí­ticas y en lugar de ser los que ayuden a salvar almas, más se dedican a discutir problemas económicos y sociales, llegando a extremos hasta de ser instigadores de luchas armadas como sucedió en el Altiplano del paí­s. Esta desviación no es exclusiva de Iglesia Católica, pues pastores desde el púlpito incursionan en el campo polí­tico y han intentado entrar a contiendas electorales para presidente, al extremo que la propia iglesia los prepara para que puedan, de ganar las elecciones, culminar con éxito su administración.

Cuando la Iglesia Católica empezó a apoyar abiertamente a la guerrilla se creí­a por parte de algunos observadores, que el número de feligreses aumentarí­a, igual han de haber creí­do las autoridades de la Iglesia, pero el efecto ha sido completamente contrario y devastador, pues en lugar de aumentar, ha disminuido dramáticamente y los que quieren algún consuelo van en busca de él a otras religiones aunque sus dirigentes no tienen los conocimientos teológicos que tienen los sacerdotes, tienen verba y los hacen creer que con levantar la mano y dar un diezmo ya tienen abiertas las puertas del cielo.

Quien con una tribulación o con una pena moral, quiere oí­r que le dicten una cátedra de justicia, del derecho a la tierra, de la economí­a nacional, o del padre Gerardi, si su corazón lo que busca es que lo oigan y que le externen unas palabras de aliento.

La Iglesia Católica debe de tomar en cuenta que los que llegan a los seminarios para hacerse sacerdotes van con devoción, pero que la mayorí­a carece de las capacidades oratorias que tienen los que se dedican a otras religiones, que precisamente son escogidos o aceptados por los feligreses por eso, así­ que el mejor camino que les queda ante esta carencia, es estar disponibles para escuchar las penas y los lamentos de los que van en busca de consuelo.