Pakistán provoca polémica


Consecuencias. Benazir Bhutto (C), ex primera ministra de Pakistán, llega a un mausoleo para rendir sus oraciones diarias. La llegada de Bhutto ha significado un duro cambio para el orden social en ese paí­s. (AFP / La Hora)

Un proyecto gubernamental para prohibir las grandes concentraciones polí­ticas en Pakistán por motivos de seguridad provocó hoy una nueva polémica con la oposición, cuatro dí­as después del atentado contra la ex primera ministra Benazir Bhutto.


El gobierno examinaba hoy un proyecto de decreto que impone esas prohibiciones por temor a nuevos atentados suicidas, como el que causó al menos 139 muertos, el jueves en Karachi (sur), cuando su protagonista intentó acabar con la vida de Bhutto.

Este ataque suicida, en medio de una gigantesca concentración de centenares de miles de personas, fue el más mortí­fero de la historia de Pakistán.

«Por razones de seguridad tras el atentado de Karachi (sur), el gobierno examina el proyecto de permitir tan sólo las pequeñas reuniones públicas en lugares bien precisos y protegidos, más que las grandes reuniones», explicó el viceministro de Información, Tariq Azeem.

Las elecciones legislativas y provinciales tendrán lugar a mediados de enero.

«Las reuniones forman parte del proceso electoral y no podemos permanecer con los brazos cruzados durante la campaña», declaró Nazir Dhoki, portavoz del Partido del Pueblo Pakistaní­ (PPP) de Bhutto, que sigue siendo uno de los grandes movimientos polí­ticos de Pakistán, pero del cual no se sabe si sigue en la oposición.

Bhutto negocia desde hace varios meses con el general Musharraf y sus respectivos partidos están cerca de concretar una alianza de cara a las legislativas.

Ese acuerdo prevé que ambos compartan el poder tras las elecciones. Musharraf seguirí­a como presidente y Bhutto se convertirí­a en primera ministra.

Bhutto ocupó ese cargo en dos ocasiones, de 1988 a 1990 y de 1993 a 1996, pero en ambas ocasiones tuvo que dejar su cargo por acusaciones de corrupción. Fue para poder escapar de la cárcel que huyó al exilio en 1999.

Una amnistí­a general le ha permitido ahora volver al paí­s sin temor a ser detenida y juzgada, una condición previa que puso sobre la mesa antes de negociar el poder.

«Los lí­deres polí­ticos y los candidatos necesitan el contacto con la población», señaló Nazir Dhoki, para explicar su rotundo rechazo al proyeecto gubernamental.

«Es simplemente injusto e inaceptable», declaró a la AFP Raja Zafar ul Haq, presidente de la Liga Musulmán de Pakistán-ala Nawaz (PML-N), el partido del otro ex primer ministro en el exilio, Nawaz Sharif, un movimiento de oposición relativamente influyente.

«No quieren que los lí­deres polí­ticos puedan mantener contacto con sus electores, vamos a impugnar esta prohibición ante el Tribunal Supremo», prometió este polí­tico.

«Musharraf es impopular y no puede enfrentarse a la gente, así­ que intenta controlar las elecciones de otra forma», dijo por su parte Liaquat Baloch, dirigente de una alianza de partidos religiosos, Muttahida Majlis-e-Amal (MMA).