Paí­ses emergentes avanzan a todo vapor para superar al mundo industrializado


Los grandes paí­ses emergentes salen de la crisis a todo vapor, lo que les deberí­a permitir superar a las economí­as industrializadas en una década, aunque este espectacular avance no borra por el momento los desequilibrios que sufre la economí­a mundial, indican analistas.


«Los mercados financieros y la economí­a real de los paí­ses emergentes arrancan mejor que los de los paí­ses avanzados», afirma Eswar Prasad, de la Universidad Cornell de Estados Unidos.

El ejemplo chino sirve de constatación: gracias a un plan de reactivación monumental, las estadí­sticas del gigante asiático no reflejan casi la recesión mundial, con un crecimiento previsto del 10% del PIB (Producto Interior Bruto) este año, tras el 8,7% de 2009.

Pero otros desempeños, desde India hasta Brasil pasando por Polonia, también son destacables ante las dificultades de la mayorí­a de los paí­ses ricos para volver a tener un crecimiento robusto.

Incluso antes de la crisis, habí­a un movimiento de acercamiento entre esos dos tipos de economí­as. Pero la tendencia se acentuó tras la reactivación, mucho más marcada en los paí­ses emergentes que, además, sufrieron menos la recesión, resume Philippe Martin, profesor en economí­a del instituto de Ciencias Polí­ticas en Parí­s.

Una demostración espectacular de ese fenómeno es un reciente estudio del gabinete PricewaterhouseCoopers, según el cual el PIB acumulado de las siete principales economí­as emergentes (China, India, Brasil, Rusia, México, Indonesia y Turquí­a) podrí­a superar a fines de esta década el del G7 de los paí­ses industrializados (Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá).

En 2030, la jerarquí­a mundial cambiarí­a, con el PIB chino dominando al de Estados Unidos, seguidos de India, Japón, Brasil, Rusia, Alemania, México, Francia y el Reino Unido.

Según el economista Juan Carlos Rodado, de Natixis, el elevado endeudamiento de la mayorí­a de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), considerado hasta aquí­ como el club de los paí­ses ricos, va a obligarlos a sanear sus finanzas públicas y, al mismo tiempo, reducir sus márgenes de maniobra presupuestaria para impulsar el crecimiento.

De todos modos, si la fuerza económica de los paí­ses emergentes es una realidad, durante mucho tiempo será un espejismo para sus poblaciones mayoritariamente pobres que no se benefician directamente de la situación.

Además, tampoco es seguro que esas futuras potencias económicas puedan convertirse en locomotoras del crecimiento mundial.

«India o China aún no están en condiciones de aumentar sus importaciones», lo que tendrí­a un efecto motor para el resto del mundo, advierte Eswar Prasad.

En la misma sintoní­a, Philippe Martin afirma que «para mejorar el crecimiento mundial, es necesaria no solo una mayor expansión de China, sino también un reequilibrio del tipo de crecimiento».

En efecto, los lí­deres mundiales han instado desde el surgimiento de la crisis financiera a una economí­a global más equilibrada, y no tan dependiente de Estados Unidos.

El derrumbamiento del consumo y de las importaciones en Estados Unidos hizo pensar que era posible una reducción del déficit de sus cuentas públicas.

Pero esta ilusión fue borrada rápidamente por la reactivación, que vino acompañada de un rebote de las importaciones.

Al mismo tiempo, el dinamismo chino se sigue apoyando en las exportaciones, ya que el mercado interno continúa en estado embrionario.