Padrón, fiscales, juntas electorales, observación y actas


Con actitudes reactivas como las que muestran la actual Presidencia y Magistratura del TSE, no se puede ajustar el pentágono de la transparencia electoral.

Julio Donis C.,

Sociólogo

Atrás quedaron aquellos tiempos de Arturo Herbruger, en los albores del Tribunal Supremo Electoral, TSE, institución insignia que empezaba a abanderar en las postrimerí­as de los 80 el inicio de la consolidación de la institucionalidad democrática. Con la tarea de administrar y organizar los eventos electorales de Guatemala, el TSE bajo la administración Herbruger enfrentaba en 1985 el reto de desarrollar el evento de las elecciones generales, para una sociedad de guatemaltecos a la que aún le restaban años de heridas, guerra y de conflictividad polí­tica.


Puede marcarse la etapa reciente de la democracia en Guatemala en 1984, en el que daba inicio la democracia electoral, enriquecida con el ingrediente principal del proceso electoral, para favorecer una amplia participación. Una Asamblea Constituyente electa diseñó una nueva Constitución, la de 1985 y que nos rige en estos dí­as; le siguió a esto el desarrollo de las elecciones de ese mismo año, saliendo electo el ex presidente Vinicio Cerezo. Sin embargo, elementos como una fuerte incidencia del poder militar, abusos de los derechos humanos, la ilegalidad de la izquierda para participar, fueron algunas de las adversidades que hací­an de contexto para la génesis de los procesos electorales y sobre lo cual se fue haciendo frente el Tribunal Supremo Electoral.

Desde aquellos traumatizantes años 80 han sucedido varios procesos electorales y la posibilidad de garantizar su transparencia, es lo que le ha venido valiendo al TSE aquel liderazgo de reconocimiento que indicaba arriba. Hoy por la mañana el amigo y ex magistrado de ese Tribunal, Mario Guerra Roldán, me relataba como un entrañable recuerdo, la fórmula propuesta por el licenciado Herbruger para el desarrollo de los procesos electorales, se trataba de disponer el evento electoral a disposición de un «Pentágono» de la transparencia, figura con cinco elementos fundamentales que le daban al proceso creatividad y seguridad, pero sobre todo consolidaba la identidad del Tribunal. Cada uno de esos lados eran el Padrón Electoral, los fiscales, la observación internacional, la constitución de las Juntas Electorales Departamentales y las Actas Electorales. Hoy esos lados se ven así­.

El Padrón Electoral, herramienta fundamental de las elecciones, es la base primordial de registro de ciudadanos, diseñado para ordenar nada menos y nada más que a las personas hábiles para votar y ser sujetas de elección. El Padrón actual lo componen alrededor de 6 millones de guatemaltecos, aunque no se sabe cuántos están en el cielo, en el norte o más allá. El TSE ha sido reticente a que este documento sea auditado por instancias como el Mirador Electoral, en el afán de garantizar su salud, aunque este documento es de carácter público según la Constitución.

Los fiscales. El ejercicio y la presencia de los fiscales en las mesas de votación constituyen una audacia de madurez polí­tica electoral del sistema, como parte del diseño electoral. En la práctica es una especie de seguro para los actores del proceso, a decir los partidos polí­ticos, de la transparencia del evento electoral. Para el 9 de septiembre, la tarea para los partidos es formar ejércitos de alrededor de 13 mil personas para tener presencia en todas las mesas de votación. Mi pronóstico es que por los costos quizá uno o dos partidos logren dicha presencia. La alternativa es pagar el servicio y la esperanza es la lealtad polí­tica.

Las Juntas Electorales. Estos son órganos de carácter temporal encargados del proceso electoral en su respectiva jurisdicción, con sede en la cabecera departamental y municipal. Están integrados por tres miembros titulares y dos suplentes nombrados por el TSE para los cargos de Presidente, Vicepresidente y Vocal, cargos que son obligatorios y ad-honórem. Las Juntas participan de la preparación, desarrollo y vigilancia del proceso electoral; nombran, juramentan y dan posesión a los miembros de las Juntas Receptoras de Votos JRV´s y dan posesión a los fiscales de los partidos.

El evento electoral de este año demanda, sobre todo, Juntas con una mayor carga de trabajo contra el tiempo, puesto que la logí­stica electoral se multiplica por una cantidad enorme de centros de votación, como producto de la descentralización del voto. Además, se espera que las JRV´s sean constituidas con amplio criterio de género y étnico para garantizar y motivar la participación ciudadana de dichos sectores poco representados.

La Observación. En aquellos años, solo podí­a ser de carácter internacional y fueron pioneros la OEA y personalidades que con su presencia cuidaban el proceso. Hoy la observación es nacional, incluso especializada en observar determinados temas como derechos humanos o la participación de la población indí­gena. Este año el reto para el TSE es establecer mecanismos ágiles de acreditación, así­ como facilitar el ejercicio de la observancia para cerca de 8 mil personas entre locales y foráneas. A la fecha, el Tribunal aún no ha implementado ni siquiera el dispositivo para la acreditación de toda esa gente.

Las Actas. Son el instrumento jurí­dico electoral que contiene el resultado final por mesa de votación, lo cual se traslada al mando central de datos del Tribunal para su registro y conformación posterior de los resultados nacionales. El desafí­o para el 9 de septiembre es inmenso, se trata de trasladar a alrededor de 13 mil JRV´s dichas actas, con la posible adversidad de sortear clima lluvioso, inaccesibilidad geográfica, problemas de comunicación, ambientes de conflictividad y presión del tiempo.

Como se ve, aquel pentágono tuvo notoria creatividad en su diseño, y sus beneficios se vieron en los eventos electorales pasados. Para las elecciones actuales y las venideras es importante ajustar dichos elementos a un contexto social que cambia y que demanda. Eso no se puede hacer con actitudes reactivas como las que muestran la actual Presidencia y Magistratura del TSE, puesto que lo que está en juego es el buen nombre de una de las instituciones insignia en medio de una democracia que no termina de consolidarse.