No escribiría estas líneas si no hubiera obtenido la nota más alta en la COMISIí“N DE POSTULACIí“N: 93 PUNTOS, y sin embargo no fui electo por el Congreso, para Corte de Apelaciones. Ninguna persona ni la sociedad civil, ni la CICIG, me señaló de falta alguna, menos de delitos. Mi actuar como profesional ha sido de trabajo en mi bufete por más de 25 años, tengo varios libros escritos, un doctorado, he sido catedrático universitario y dictado conferencias, tengo un largo listado de estudios en diversos cursos de Derecho.
En puestos dentro del OJ fui desde oficial hasta Magistrado de la Corte Suprema, en esta oportunidad me presenté a candidato sólo para CORTE DE APELACIONES, con el deseo de servir a mi país y no servirme de él como se acostumbra.
Mi pecado no es estar dentro del sistema, estar fuera del juego de la UNE, del FRG y de quienes les hacen de comparsa. Hoy como nunca han salido a la luz pública un sistema perverso en que la verdad es mentira, la justicia, injusticia. Donde el mafioso se ufana de serlo.
Un partido que rompe con la independencia de los poderes del Estado. Un Gobierno que miente y dice estar a favor de los pobres mientras la gente se muere de hambre. Toda esta estructura puede llevar al país al borde de un desastre, pues Guatemala ha tocado fondo.
La medalla que me honro ahora en llevar es que no me eligieron, porque no tengo padrinos, ni vínculos políticos. El hecho de haber redactado las Normas í‰ticas del Organismo Judicial, vigentes los ha de haber asustado…
Lo provechoso en todo este proceso de elección es un necesario cambio en Guatemala. El país necesita la participación en los tres Organismos del Estado de personas honorables y que sean fieles al país y no de gente mediocre sin valor usados como marionetas, con raras excepciones pero que siempre las hay.