Manolo el del Bombo, el hincha más famoso de la selección española de fútbol paseaba su boina y su tambor por el centro de Viena, que se llenó de color con la afición de «La Roja» horas antes de la semifinal de la Eurocopa contra Rusia en la capital austríaca.
Manolo, acompañado de su «charanga de España», se paseaba por Stephanplatz y Karntnerstrasse, en pleno corazón de Viena, sin poder dar un paso, víctima de su propia popularidad. Su boina pasaba de cabeza en cabeza en cinco minutos posaba para decenas de fotos.
«La gente es muy amable conmigo. La verdad es que estoy feliz de que la gente me trate tan bien y se porte de esta manera», afirmó Manolo entre foto foto y sudando por el peso de su también famoso bombo.
A los sones del «Viva España» o «A por ellos», gente de todos los países se unía a la comitiva, la mayoría españoles llegados de toda la geografía ibérica, aunque no faltaban austríacos, mexicanos, japoneses, alemanes, suizos y de otros lugares, que cantaban mientras hacían cola para la foto con Manolo.
«Manolo, mucho bien», afirma Wolfgang, un austríaco que había hecho la cola para fotografiarse con la estrella española.
Mientras los numerosos españoles se lanzaban encima del afamado seguidor para robar una foto, una japonesa, Yoshiko Ando, esperaba pacientemente. «Manoro, manoro», repetía con voz tenue y poco éxito para atraer la atención del hincha, hasta que pasados unos largos minutos pudo tener su instantánea.
Mientras Manolo sudaba, la fiesta española continuaba. «A mí me gusta más el baloncesto, pero esta ocasión es única y no podía faltar», afirma Julián, un cordobés residente en Madrid, que tomó un vuelo el miércoles para estar presente en el partido.
La federación española ha vendido un total de 6.680 entradas, según datos facilitados por la propia entidad, mientras que la rusa habría repartido entre sus seguidores 7.573, de las 51.428 con que cuenta el estadio Ernst Happel.
«No sé si seremos menos, pero valemos por más», señala Pedro, vallisoletano, que llegó en coche y ya ha estado en otros dos partidos de la selección española en Austria.
Y es que muchas banderas rusas se veían desperdigadas por el centro de Viena, aunque el ruido era menor que el realizado por los españoles en las calles peatonales de la ciudad austríaca.