Hace algún tiempo la Municipalidad de Quetzaltenango le rindió homenaje al poeta Otto René Castillo, un connotado escritor originario de la ciudad quetzalteca, que forma dúo con el recordado poeta y médico, doctor Werner Ovalle López, oriundo de Salcajá. Nada más consecuente de las autoridades del pueblo de Quetzaltenango, que enaltecer la figura de Otto René, como uno de los grandes creadores de la poesía en Guatemala.
Quiero, nunca es tarde, unirme al recuerdo de Otto René, no para referirme a su obra literaria, sino para dar una pincelada del pasado, cuando tuvimos la oportunidad de ser compañeros de estudios en la antigua Facultad de Derecho de la Universidad de San Carlos, en el antañón edificio de la 9ª. avenida y 10ª. calle de la zona 1. Yo conocía de vista a Otto René, porque cuando ingresé en 1953, como alumno interno en la Gloriosa Escuela Normal , la de Pamplona, él ya era alumno del último grado de bachillerato en el Instituto Nacional Central de Varones; y como creo que pertenecía a la agrupación estudiantil que se llamaba Alianza de la Juventud Democrática, de repente aparecía por la Normal a contemporizar con Raúl Aquiles Marroquín, con Guayo Bolaños, con Manuel Salguero o con el Chino Sanabria, que eran los dirigentes de la República Escolar Normalista, una forma de autogobierno que le daba vida a las escuelas públicas de la secundaria. Era la época próspera y limpia del segundo y último gobierno de la Revolución de Octubre. Por nuestra corta edad de recién llegados a la Normal, sólo sabíamos del poeta “Sheca”, por los periódicos escolares. Luego vino la tragedia de 1954 y cuentan que Otto René se exilió en El Salvador, en donde seguramente se relacionó con Roque Dalton, con Roberto Cea o con Armijo, que también descollaron en la poesía salvadoreña. Cuando llegó el año de 1958 y nos inscribimos en el primer año de Derecho, creo que Otto René lo hizo de nuevo y se integró a la Promoción 58. Durante ese año fue sonado el caso de un recurso de amparo que Otto René presentó ante la Corte Suprema de Justicia, porque las autoridades se negaban a extenderle su pasaporte, recurso que la Corte , como era de esperarse, lo declaró sin lugar porque habían “ pruebas” de que profesaba la ideología comunista. Esta sentencia consta en una Gaceta de los Tribunales, de 1958.
Cursamos el primer año de Derecho y Otto René demostró ser un brillante estudiante. El curso de Introducción al Estudio del Derecho, que preparábamos con el texto de Eduardo García Máynez, lo impartía el recordado maestro, doctor Carlos García Bauer, y de 80 estudiantes que formábamos la sección de la tarde, sólo ganamos unos quince, más o menos, y Otto René obtuvo una de las notas más altas. Su actuación política en la Asociación El Derecho fue muy discreta. Más se dedicaba a las tareas literarias y a producir poesía, como aparece en el “Informador Estudiantil”, que editaba la AEU de aquellos tiempos. Cuando arribamos al segundo año, 1959, Otto René desapareció de las aulas y luego se supo en los corredores de la Facultad que se había largado a Alemania Oriental, a estudiar cine , filosofía o literatura, algo así. No lo volvimos a ver más. Allá por 1968 o 1969, pasamos con mi amigo, abogado Alberto Reyes García, a beber una cerveza a un café y venta de pollo frito que había en la 6ª. avenida, cerca de la Radio Nuevo Mundo, nuestra sorpresa fue encontrar a Otto René, bebiéndose unas frías con Paco Pérez, no el de Luna de Xelajú, sino un compañero de promoción mucho mayor que nosotros, que recientemente falleció en Jutiapa, ejerciendo la profesión de abogado y notario. Creo que se habían pasado de cervezas porque hablaban necedades e imprudencias, dada la responsabilidad política que tenía. Fue la última vez que lo vi. Después se supo que andaba en la actividad revolucionaria, enrolándose en el movimiento guerrillero. En la lucha por sus ideales, encontró la muerte.
Mi promoción de estudiantes de Derecho 1958-1963, pues, tuvo el privilegio de contar entre sus integrantes al poeta quezalteco, Otto René Castillo; y por eso revivo estas cuartillas que se quedaron perdidas en su oportunidad, para rendirle homenaje y reconocimiento a su valía de escritor guatemalteco, poeta de la luz y de las estrellas y, sobre todo, poeta comprometido con su arte, para conseguir, a su manera, una Patria digna y una sociedad justa.