Argelia y Túnez fueron un bastión simbólico de la Francia Libre durante la Segunda Guerra Mundial, Argel fue ocupada por los angloamericanos que después del desembarco en ífrica avanzaron hacia Túnez arrojando a las divisiones Panzer de Junger Von Armin el sucesor de Rommel hacia el mar, abriendo la puerta para los desembarcos en el sur de Italia, La arenga de Von Armin a sus hombres -detrás de vosotros está el mar; delante el enemigo; no tenéis mas remedio que avanzar; debéis luchar hasta el último cartucho y hasta el último hombre– no pudo impedir la derrota y Túnez cayó el 8 de mayo de 1942. Por donde quiera se veían vestigios de la guerra, artillería destruida, chatarra de tanques Sherman del Ejército Expedicionario Anglo Americano y de las Divisiones Panzer Alemanas. El desierto había sido testigo de una guerra que duró tres años. Los franceses recibidos, entonces, como héroes por argelinos y tunezinos, hoy eran los villanos que había que expulsar del país, la base francesa dé Bizerta y detrás de esta el petróleo eran la causa.
El presidente de Túnez, Habid Borguiba reelecto en 1959 negociaba con los franceses su salida de Bizerta y el 17 de julio anunció el bloqueo. Un día antes del inicio del Congreso de Solidaridad de los Pueblos, motivo de mi presencia en Túnez, ese 20 de julio de 1961 se iniciaron los enfrentamientos por aire y tierra para impedir la llegada de los refuerzos a la base de Bizerta. Los paracaidistas de la Legión Extranjera, las tropas más aguerridas del Ejército francés saltaron sobre Túnez ese día. Las acciones fueron cerca de la ciudad y al tercer día se dio el cese al fuego ordenado por las Naciones Unidas. Los franceses atacaron con tanques, aviación y artillería, las tropas de Borguiba respondieron con lo que tenían, al final hubo más de mil muertos.
El Congreso de Solidaridad se reunió algunas horas en un salón de la Ciudad Universitaria y luego de nombrar la Comisión ad hoc para redactar una declaración, se dio por clausurado. Los delegados presentes buscamos en dónde resguardarnos y fuimos distribuidos entre casas particulares y edificios públicos improvisados como dormitorios, la comida era por cuenta de cada quien, en la calle abundaban los fogones con carne de cantero y otras muestras de la cocina Tunecina. A mí me correspondió dormir en la sede olímpica y la pasé sin mayor problema, mataba el tiempo en un café cercano en donde el bullicio solamente era interrumpido cuando los Almuedines llamaban a la oración. Era un lugar modesto no frecuentado por europeos, servían buen café y no se corría el riesgo de una acción terrorista.
La Comisión de Redacción del Congreso entregó un documento enfocado con energía y madurez el cual fue distribuido y aprobado entre los delegados de las Uniones, Nacionales sin esperar una nueva reunión, el estado de Sitio lo impedía y el toque de queda tampoco permitía que nadie se moviera desde e! atardecer hasta la mañana siguiente. Las explosiones de la lucha en Bizerta se escuchaban constantemente sin faltar las sirenas de los carros médicos transportando heridos hasta la entrada de la ciudad, la lucha se había extendido hasta los barrios vecinos a la capital.
El contenido de la declaración del Congreso de Solidaridad fue aceptado unánimemente, los delegados invitados por La Oficina Coordinadora de Estudiantes COSEC de tendencia pro occidental y aquéllos apoyados por la
UIE proclives a la Unión Soviética a una sola voz condenamos la agresión y con esto el Colonialismo y la Guerra. No hubo discrepancias, veíamos el mundo con la misma óptica y aquel desenlace inesperado fue un verdadero ejemplo de Solidaridad.
El 21 de julio se reunió el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y el día 22 se decretó un alto al fuego aun cuando las hostilidades cesaron hasta el mes de septiembre. El 23 de julio se entrevistaron De Gaulle y Borguiba delimitando la frontera sur por donde pasaba el oleoducto causa principal de la guerra. En 1963 las Bases Francesas fueron retiradas si bien se negoció el control sobre el paso del petróleo, Borguiba fue declarado Presidente vitalicio de Tunez y mantuvo el poder hasta I985 cuando fue derrocado por un golpe de Estado. Durante los muchos años que estuvo a cargo, jugó un papel importante dentro del mundo írabe y en 1982 acogió en Túnez a la Organización Para La Liberación de Palestina de Yasser Arafat.
Para terminar, antes de una semana de ordenado el cese al fuego pude salir de Tunez hacia Frankfurt en un vuelo de Lufthansa autorizado para evacuar ciudadanos alemanes. Hoy pasados casi 50 años, los seres humanos seguimos empeñados en imposibilitar la solidaridad entre los hombres y los pueblos, cosa que sí hicimos nuestra en aquella reunión de universitarios cuando creímos poder cambiar el mundo con una declaración.
Nota: Ayer murió José Alberto Quiñónez periodista y servidor público ejemplar, lector asiduo de La Hora. Con su esposa Shirley formaron una bonita familia. Hoy estará recibiendo su recompensa.