Otros entretelones de la Guerra Frí­a


Ayer estuve recordando dos hechos sucedidos hace casi 50 años: El IV Congreso Latinoamericano de Estudiantes Universitarios realizado en Natal Brasil y la Reunión de Solidaridad de los Pueblos en Túnez ífrica del Norte, ambos el año 1961.

Mario Castejón

El IV Congreso Latinoamericano de Estudiantes Universitarios (CLAE) nos condujo a Natal, una ciudad a la orilla del mar en el noreste de Brasil. El Estado de Rí­o Grande Do Norte una tierra pobre de campesinos pobres, escenario de las largas marchas de los «Camponeses de Joao» así­ llamados los trabajadores de la tierra que nada poseen. El escenario fue escogido a propósito por ser Natal una región emblemática de la pobreza, esa pobreza del campo que golpea más que las» villas miserias» de las grandes ciudades.

Dentro de los entretelones de la Guerra Frí­a los Congresos de Estudiantes Universitarios eran el mejor escenario para buscar el apoyo a posicionamientos polí­ticos e ideológicos en aquella lucha entre las dos superpotencias, hablo de los Estados Unidos de América y de la Unión Soviética. Una declaración o simplemente un coro de aplausos o rechiflas significaban mucho cuando la Guerra Frí­a estaba en su apogeo, cuando se disputaba la supremací­a en el mundo. Aquellas reuniones eran financiadas las de tendencia de derecha por la Secretarí­a coordinadora de Uniones Nacionales de Estudiantes con sede en Leiden Holanda y las de la izquierda por la Unión Internacional de Estudiantes con sede en Praga Las luchas revolucionarias en la época de las dictaduras latinoamericanas y el esfuerzo de los pueblos africanos y asiáticos por rechazar la marca de la colonización atraí­a el interés de los Dirigentes de uno y otro bando particularmente del Kremlin.

La Asociación de Estudiantes Universitarios, AEU en aquellos años tení­a gran prestigio. Habí­a vivido intensas jornadas a través del siglo XX desde El Unionismo hasta la dictadura de Ubico pasando por los reveses y decepciones de los llamados Gobiernos de la Primavera Democrática. En 1960 gobernaba Guatemala el general Miguel Ydí­goras Fuentes. Su gobierno se habí­a involucrado en el esfuerzo de los Estados Unidos al inicio del gobierno de Kennedy para derrocar a Fidel Castro la Revolución Cubana que por necesidad o estrategia habí­a caí­do bajo la influencia de la Unión Soviética habí­a llegado a ser un factor importante dentro de las luchas del movimiento universitario latinoamericano.

El IV CLAE tení­a originalmente como sede Guatemala, pero tras una jugada en ausencia del entonces presidente de la AEU, Eduardo Goyzueta se declinó la sede con objeto de que la Reunión se celebrara en Brasil estrategia favorable a la izquierda universitaria. Después de algunos estiras y encoges siendo yo Presidente de la AEU y tras haber convocado en Guatemala la primera semana del mes de septiembre una Reunión Consultiva Universitaria Latinoamericana se decidió por mayorí­a ir a la cita en Brasil para que se realizara el Congreso que se habí­a venido postergando. El Centro del Congreso fue el Grande Hotel do Natal situado en la Avenida Senador Dantas, una vieja construcción de madera que sobresalí­a en aquella ciudad envejecida prematuramente que no llegarí­a a los 300 mil habitantes.

La noche del acto inaugural fue un verdadero zafarrancho de acusaciones entre los oradores que í­bamos tomando la palabra. Las turbas llevadas por la Federación de Estudiantes del Brasil gritaban consignas a los gritos de «paredón, paredón» dirigidas a quienes no estábamos de acuerdo y particularmente sonaba el apellido que me legó mi padre coreado por rimar con la palabra paredón. Los delegados de Cuba luciendo barbas al mejor estilo de la Revolución se colocaron en el centro de la violencia verbal. Pasaron las horas y después de medianoche los dirigentes de las Uniones Nacionales del lado contrario encabezadas por Brasil, Cuba, Uruguay, Venezuela y Argentina abandonaron la reunión con su multitud de seguidores mientras el Edificio era rodeado por la Fuerza Armada esperando una orden para intervenir en momentos en que en Brasil el Ejército decí­a la última palabra. Con mi compañero de viaje Rodolfo Solí­s Oliva también delegado de la AEU fuimos sacados del lugar por dos personas desconocidas que resultaron amigas y luego de subir a un vehí­culo conducidos hasta las afueras de la ciudad, para nuestra sorpresa era el Convento de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul en donde pasamos la noche.

Al dí­a siguiente como si nada hubiera sucedido se firmó la Declaración de Natal en apoyo al desarrollo, a la lucha contra la pobreza y a la preservación de los derechos humanos patrimonio de la humanidad. En otro sitio casi a la misma hora las restantes Uniones Nacionales de Estudiantes que hací­an minorí­a firmaban también un documento similar que podí­a haber sido calcado con un mismo patrón y que hablaba también de lucha contra la pobreza y el fortalecimiento de la Democracia, al final de cuentas era casi lo mismo