Otros cien pesos


Editorial_LH

El Grupo Interpartidario del Parlamento Británico para la reforma de la política contra las drogas, compuesto por 75 miembros del poder legislativo de la Gran Bretaña, expresó su respaldo a lo que llaman la iniciativa de Pérez Molina para debatir la despenalización de la droga como alternativa a la política vigente durante varias décadas y que no ha dado resultados positivos.


Contra lo que sostienen algunos en nuestro país, que rechazaron la idea haciendo eco y formando coro con la actitud de la Embajada de Estados Unidos, el tema se está convirtiendo en un asunto importante a nivel mundial y no es casualidad que la señora Napolitano haya venido a Guatemala ni que ahora el Vicepresidente de Estados Unidos llegue a Honduras para participar de la cumbre de presidentes de Centroamérica.

Obviamente para quienes tienen mente de lacayos y se asustan de que un país pequeño pueda tener una propuesta que cause malestar en el Imperio, Pérez Molina cometió un desaguisado, pero los hechos están demostrando que simplemente se han movido las piezas en el tablero de ajedrez y que el debate sobre la guerra contra el narcotráfico tiene que renovarse con ideas nuevas que tomen en cuenta, de manera fundamental, la responsabilidad de los consumidores en la generación de ese multimillonario negocio.

Durante años recibimos no sólo órdenes de qué debíamos hacer sino certificaciones de haber hecho bien o mal el trabajo de contener aquí, poniendo a los muertos y comprometiendo la gobernabilidad por la presencia desequilibrante de un poder criminal sin precedentes ni parangón, el tráfico de las drogas mientras que los consumidores no hacían nada para contener la demanda y, mucho menos, para atacar en su propio territorio a los carteles encargados de la distribución final de la droga.

La propuesta de despenalizar constituye una alternativa extrema y sin duda que hay una gama de acciones que pueden considerarse como alternativa. La única que no procede y es inaceptable desde todo punto de vista es la de seguir con lo que ahora hacemos y con exigencias que tienen proporción absolutamente inversa a la cooperación. En otras palabras, mientras más se nos exige a nosotros, menos se coopera y menos se hace para atacar el problema donde hay que atacarlo.

Tan importante ha sido el cambio que conocidos reductos del sometimiento a las decisiones de Estados Unidos en nuestro país empiezan a cambiar su cerrado enfoque inicial y ahora dan un viraje de ciento ochenta grados, sin remilgos de ninguna naturaleza, porque se dan cuenta que fueron más papistas que el Papa y que la marea puede ser propicia para un debate a fondo. Aportar al debate es en realidad tarea de todos.

Minutero:
Va cambiando la marea
y el editorial tambalea;
ahora la despenalización
no fue un plan sin razón