Ayer el resultado electoral de las primarias en Pennsylvania confirmó la dificultad del candidato Barak Obama para triunfar en los Estados más grandes de la Unión Americana y la enorme capacidad que tiene la senadora Hillary Clinton para movilizar importantes sectores en sitios que son críticos para garantizar un triunfo demócrata en noviembre próximo. Personalmente creo que la señora Clinton tiene más cualidades que el senador por Illinois porque en las intervenciones de éste veo una enorme tendencia al palanganeo, a querer quedar bien con tirios y troyanos sin definirse de manera contundente.
ocmarroq@lahora.com.gt
El pasado fin de semana Obama compareció ante un auditorio religioso en el que fue cuestionado sobre aspectos éticos y morales relacionados con su propia vida religiosa, su actitud frente al aborto, a la evolución, a la eutanasia, los matrimonios entre homosexuales y cosas por el estilo y la verdad es que el famoso «flip flop» que tanto mencionan los analistas gringos aparece en casi todas las respuestas que da el joven aspirante a la nominación demócrata, quien se ha convertido en una estrella de primer orden por el color de su piel porque, como dijo la política norteamericana Geraldine Ferraro, si fuera un abogado blanco con las mismas credenciales que Obama, no tendría nada que hacer en esta contienda.
El caso es que conforme ha ido arreciando la campaña y se evidencia que ninguno de los dos candidatos podrá llegar a la convención de agosto con la nominación entre la bolsa, crece la presión para forzar a que el asunto quede resuelto antes y se piensa que los superdelegados debieran finiquitar la lucha para evitar que se hagan daño. El problema está, según algunos, en que cada vez es más convincente el señalamiento que hace la contendiente, en este caso la señora Clinton, sobre la falta de credenciales del favorito no sólo para gobernar al país sino aun para enfrentar a McCain y la formidable maquinaria de un partido que, como el Republicano, se ha especializado en campañas negras, en destruir a sus contendientes con golpes bajos de todo calibre.
Se habla ya de una confrontación demasiado ruda entre los dos candidatos y el daño que ello podría causar al partido. Pero hay que recordar que Franklin Roosevelt tampoco ganó en la primera ronda de votación de la convención en la que fue postulado e hizo falta que se realizaran acomodos en ese momento entre las distintas fuerzas para lograr el voto suficiente para nominarlo. Anoche algún analista de CNN discrepaba de sus colegas y decía que esta dura lucha, con ataques muy serios entre los candidatos, es una buena preparación para lo que vendrá en la campaña nacional porque no deben esperar que los republicanos vayan a tratar al aspirante demócrata con paños tibios. Les lanzarán toda clase de ataques y Obama no está mostrando mucha capacidad para asimilar los golpes y menos para reponerse de los ataques. El último debate entre ellos, previo a las elecciones primarias realizadas ayer, fue considerado por los analistas como un fracaso del senador Obama porque no supo reaccionar frente a la actitud agresiva de la senadora Clinton que es, indudablemente, el tipo de político que no se amilana.
Obviamente para desempeñar bien el puesto de Presidente de los Estados Unidos hace falta temple y es lo que ha mostrado la senadora en estos días de adversidad, cuando todo apuntaba a que debía retirarse de la contienda. Sin embargo, ganarle ayer a su rival por más de 10% de los votos emitidos, tomando en cuenta que se produjo una masiva asistencia a las urnas y que Obama se ganó el importante voto negro de Philadelphia, le ha dado nuevos bríos a su campaña y asegura que la disputa llegará seguramente a la Convención y allí quien tenga más saliva tragará más pinol.