Otro pago de factura a los financistas


Oscar-Clemente-Marroquin

Pieza importante en la campaña de la Unidad Nacional de la Esperanza en las elecciones pasadas fue el papel que jugaron unos dirigentes de la Asociación de Empresarios del Transporte Urbano de la ciudad de Guatemala, bajo la dirección de Luis Gómez, quienes participaron en un complejo sistema de movilización de electores, convirtiéndose así­ en financistas (con aporte en especie) a favor de la candidatura de Colom. Y como prueba fehaciente de lo que significa ser financista en una campaña, el gobierno de Colom les hizo el favor de crear el sistema de TransUrbano que es un negocio de los empresarios, pero constituido con dinero público y de ajuste esta semana les acaba de aumentar el subsidio en 43 millones de quetzales.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

 


No hace falta ser un gran empresario para hacer dinero si uno tiene un mercado cautivo por obra y gracia de los controles municipales y de ajuste se le renueva el equipo con financiamiento garantizado por el Estado y el Gobierno le entrega graciosamente un subsidio de 43 millones de quetzales para que paguen sus deudas, según lo que dijo el señor Luis Gómez cuando le preguntaron para qué iba a utilizar el dinero que su amigo Colom le estaba erogando.
 
 En la mayorí­a de ciudades del mundo donde los sistemas de transporte son eficientes, se trata de entidades públicas que operan el servicio, puesto que por la naturaleza misma de la operación es mucho más conveniente que la misma autoridad se encargue de la  operación. Muchos de nuestros lectores han utilizado los eficientes sistemas de transporte masivo de grandes ciudades del mundo y ellos pueden construirse y operar precisamente porque el Estado invierte, en vez de regalarle el dinero a empresarios particulares que, de entrada, no tienen por qué explicarle a nadie, ni a los usuarios ni a la Contralorí­a de Cuentas, qué hacen con el dinero del subsidio porque ese se lo reparten entre muchos socios y es imposible establecer cuál fue realmente el uso del dinero público.
 
 Los empresarios del transporte saben cómo se mueve la melcocha y por esa razón se la jugaron polí­ticamente con Colom hace cuatro años y la operación les ha resultado altamente rentable, porque aprovechando la experiencia anterior de la estafa de los buses rojos conocidos como “tomates”, diseñaron un modelito distinto en esta ocasión, trabajado ya no sólo con la Municipalidad sino también con el Gobierno. La mancuerna que han hecho los dos ílvaros les quedó como anillo al dedo a Gómez y sus allegados, quienes son los directamente beneficiados con el plan del TransUrbano en el que se incluyó un negocio para la emisión de las tarjetas prepago y otras linduras que con el tiempo irán saliendo a luz.
 
 Por eso no puede nadie sorprenderse que en los buses hayan puesto pantallas de televisión en las que se repite una y otra vez el mensaje polí­tico “para que lo bueno siga”, puesto que al fin y al cabo son muchos los que quieren que eso bueno para ellos se mantenga y les siga produciendo frutos. Los aportes por la ví­a del subsidio a lo largo de un gobierno pueden llegar en el próximo perí­odo a los mil millones de quetzales y así­ está garantizado el éxito del negocio particular de los empresarios que han sido vistos con menosprecio por muchos expertos en administración que les niegan capacidad para dirigir un negocio tan complejo como el del transporte urbano, pero que a la hora de hacer pisto están demostrando que tienen más luces y talentos que muchos profesionales con maestrí­as y doctorados porque, por las buenas, imposible lograr las tasas de rendimiento que se obtienen tras un buen arreglo polí­tico.