Al ingeniero Colom le enchinchan las críticas y sus reacciones de enojo se están volviendo ya parte del costumbro, por lo que ahora hay que suponer que ante la denuncia de que más de 300 patrullas nuevas de la Policía Nacional Civil compradas al inicio de su gestión han permanecido sin uso, llevando agua y sol durante más de un año, en lo que no puede considerarse sino como incapacidad absoluta para administrar los escasos recursos públicos.
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Así como tras las denuncias de la crisis alimentaria en Jalapa la primera medida del Gobierno fue el castigo contra el médico que se pasó de bocón contando lo que estaba ocurriendo, sin duda que ahora los servicios de inteligencia andarán preocupados y ocupados en determinar quién fue el soplón que le pasó a la prensa el dato que demuestra lo poco que le importa a este Gobierno el tema de la seguridad ciudadana.
Bochornoso había sido que el anterior ministro de Gobernación, Salvador Gándara, remitiera cientos de millones de quetzales a los fondos de cohesión social bajo el argumento de que no le hacían falta para enfrentar los problemas de violencia. Ahora el nuevo ministro incurre en similar argumento al decir que esas patrullas no hacen falta y que serán utilizadas hasta que se vayan graduando los nuevos agentes que están en la Academia de la Policía Nacional Civil.
Hay que decir, sin embargo, que pese a que en Gobernación dijeron que les sobraba el pisto y que podían remitirlo a los fondos que administra la esposa del Presidente, las mismas fuentes que contaron lo de las patrullas dijeron que hoy en día los agentes tienen que realizar su labor a pie o en bicicleta porque no hay dinero para comprar combustible y de esa cuenta muchas de las autopatrullas que sí aparecen nominalmente en servicio, no pueden circular porque no hay gasolina para abastecerlas.
Y en un país que se caracteriza por la ola de violencia, donde a diario asaltan a decenas de personas y matan a varios sin que la autoridad haga acto de presencia ni ejerza funciones para disuadir a los criminales, es una vergí¼enza que se desperdicien recursos de esa manera. Yo creo que la ira del Presidente es comprensible, pero que él la desahoga de mala manera porque siempre la dirige contra el mensajero y no pone atención en el mensaje.
En el caso de la hambruna, su malestar debió ser con el Ministro de Salud que se mostró no sólo incapaz sino que además quiso jugar con la retórica para desmentir una realidad que es lacerante y que debió aprovechar el Gobierno para proponerle a la población un verdadero pacto social a efecto de que todos nos comprometamos para superar la crisis alimentaria.
Ahora, si se enoja, debiera hacerlo contra los que han pasado por el Ministerio de Gobernación y han tenido esas unidades abandonadas, así como con quien mostró absoluto desparpajo para decir que no hacía falta dinero para combatir a los delincuentes y que podía remitir cientos de millones a los programas de cohesión social, quedando bien así con la Primera Dama, lo cual al final de cuentas no le valió para preservar el puesto.
Es bueno que el mandatario se enchinche ante las cosas que andan mal en el país, pero no que lo haga porque se publican situaciones embarazosas de su Gobierno sino por los funcionarios que lo ponen a pasar vergí¼enzas.