Otra vez los hospitales



No es que los males del paí­s sean recurrentes, sino que nunca tenemos la entereza para enfrentarlos como debe ser y resolverlos. Por ello es que nuevamente se produce un movimiento en los hospitales nacionales que de momento no afecta a los pacientes, pero que de persistir la situación podrí­a traducirse en nuevo paro de labores en perjuicio de la población, puesto que pese a los acuerdos solemnemente suscritos por el Estado, no se ha procedido a resolver la falta de abastecimiento y los trabajadores del Hospital General San Juan de Dios, cansados de suplicar, han decidido paralizar algunas actividades para ejercer presión.

Algunos dicen que las medidas de hecho son improcedentes y que en el caso de salud ponen en peligro la vida de personas. Pero hay que decir que el riesgo sobre la salud pública no está en la paralización de labores, sino en la permanente mala atención derivada de la falta de insumos y recursos para cumplir con la obligación de proveer de atención médica a la población. En otras palabras, estamos frente a una situación que no se empeora porque se paralice el servicio, puesto que si éste funciona mal de todos modos está comprometiendo la vida y la salud de los enfermos.

El argumento esgrimido por algunos, en el sentido de que en época de elecciones no debiera haber movimientos de protesta como el que iniciaron trabajadores del Hospital San Juan de Dios es absolutamente torpe porque ni modo que se pretenda que la solución de un problema tan serio se postergue mientras se dan las «alegres elecciones». Si el tema se convierte en comidilla polí­tica, por lo menos servirí­a para obligar a los candidatos a asumir compromisos, cosa que hasta ahora no han hecho.

Creemos que en Guatemala los movimientos con medidas de hecho son una necesidad impuesta por la irresponsabilidad de las autoridades que no actúan si no es bajo presión. Durante años se habló de las deficiencias del sistema hospitalario y el Ministro de turno se reí­a de las declaraciones de los trabajadores y de los médicos. Cuando vino la huelga, tuvieron que ponerle atención al tema y reconocer que hay enormes carencias. Pero hizo falta paralizar labores para sacudir la conciencia de las autoridades, lo cual, lamentablemente, no duró ni siquiera cinco minutos después de haber firmado los acuerdos que finalizaron el conflicto, porque inmediatamente las demandas fueron al cesto de la basura. Por ello, si hace falta otro paro para obligar a las autoridades, la población tiene que entender que no hay otro remedio, que dejan a los trabajadores de la salud sin más recurso que el de presionar para lograr migajas del presupuesto general que tan derrochadoramente se maneja en otros campos. Apoyar a los trabajadores de la salud y a los médicos es una forma efectiva de ayudar a solucionar problemas.