Estados Unidos, apoyado con reticencias por sus 25 socios de la OTAN, buscaba hoy en Oslo convencer a Rusia de que el escudo antimisiles que quiere desplegar en Europa no amenaza a Moscú, en el marco de una reunión ministerial.
Sin embargo, el encuentro de Oslo no se iniciaba bajo un buen augurio, luego de que el presidente ruso Vladimir Putin propusiera el congelamiento de la aplicación para Rusia de un tratado que limita el despliegue de las fuerzas armadas en Europa.
Al llegar a la capital noruega, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, calificó de «absurda» la idea de que el proyecto de despliegue por parte de Estados Unidos de 10 cohetes antimisiles en Polonia y un radar en República Checa pueda romper el equilibrio estratégico con Rusia.
Rice repetía de este modo el argumento utilizado en un editorial publicado hoy en la prensa rusa, y firmada en forma conjunta con su homólogo de Defensa, Robert Gates.
El proyecto de despliegue de un radar en República Checa y misiles de intercepción de Polonia está orientado «contra un enemigo potencial dotado de un arsenal pequeño», como podría ser Irán, escribieron los responsables estadounidenses en el periódico Nezavissimaya Gazeta.
«Este sistema es ineficaz contra el gigantesco arsenal nuclear y balístico que posee Rusia. Hablar de una nueva carrera armamentista con Rusia es un anacronismo sin fundamento real», agregaron.
Antes del inicio de la reunión informal de ministros de Relaciones Exteriores de la OTAN, ampliada al final de la jornada a su homólogo ruso Serguei Lavrov, Rice insistió: «Seamos realistas, la idea de que 10 interceptores van a romper el equilibrio estratégico es perfectamente absurda y todo el mundo lo sabe».
Pero la cuestión del escudo antimisiles no provoca sólo el enérgico rechazo de Rusia, sino también reticencias de parte de varios aliados europeos de Estados Unidos.
Es el caso del país anfitrión, Noruega, que se alarma del riesgo de relanzar una carrera armamentista con Rusia.
Tras una entrevista con su homólogo noruego Jonas Gahr Stoere, Rice buscó dar un mensaje claro y tranquilizador.
«Estamos preparados a pasar todo el tiempo que sea necesario para desmitificar» la cuestión del escudo antimisiles, indicó.
De su lado, Gahr Stoere declaró que seguía «a la escucha», pero sin unirse todavía al punto de vista norteamericano. «Todavía debo estar convencido de las amenazas, de su naturaleza, y de la forma de responder a ellas», dijo.
Sin embargo, Moscú no facilita la tarea de los norteamericanos al amenazar justo antes del Consejo OTAN-Rusia de observar una moratoria del tratado CFE de 1990, destinado a limitar tropas y armas convencionales de la Alianza Atlántica y del Pacto de Varsovia en Europa.
Tras la caída de la URSS en 1991, el tratado fue adaptado en 1999. Pero los países de la OTAN rechazan ratificar la versión adaptada de este tratado mientras que Rusia no retire sus tropas de Georgia y Moldavia.