El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, doblegó una vez más a sus adversarios al lograr que el Congreso aprobara una moción que allana su camino a la reelección en los comicios de 2011, mientras sus ex aliados lo acusan de actuar como el emperador romano Julio César.
En una audaz maniobra de los diputados del gobernante Frente Sandinista, el Congreso validó la moción ante la sorpresa e impotencia de la oposición, que gran parte de este año había bloqueado el trabajo legislativo impidiendo que hubiese quórum para sesionar.
Durante la sesión plenaria del martes, mientras muchos diputados opositores «estaban distraídos, hablando con periodistas, leyendo periódicos, hablando por celulares o en la cafetería», sus pares sandinistas presentaron la moción, que fue aprobada rápidamente por 48 votos, de un total de 92.
«Fue un golpe de mano, fue una actuación que no es posible dentro del marco legal», alegó el diputado liberal José Pallais.
La moción validó un texto recientemente publicado de la Constitución que incluye un artículo –que estaba derogado según la oposición– que permite seguir en sus cargos a altos funcionarios una vez que vencieron sus mandatos, entre ellos los cuestionados magistrados electorales que supervisarán los comicios de 2011.
Sólo el Congreso –donde la oposición tiene una frágil mayoría– se resistía a validar la aspiración de Ortega de postularse en las elecciones del próximo año, algo que la Constitución prohibía, luego de que se asegurara hace meses el respaldo de la Corte Suprema y del Consejo Supremo Electoral.
Ortega dio hace un año el primer paso en busca de un nuevo mandato, cuando el 19 de octubre de 2009 los magistrados oficialistas de la Sala Constitucional de la Corte Suprema derogaron una norma de la Carta Magna que, desde 1995, prohibía la reelección presidencial sucesiva.
De inmediato el presidente del Consejo Electoral, Roberto Rivas, un aliado del mandatario, anunció que lo habilitaría como candidato en 2011.
En enero Ortega dictó el cuestionado decreto que extendió los mandatos caducados a 25 altos funcionarios. La oposición alegó que había usurpado las facultades del Congreso y trató de revocar la medida.
En abril, los jueces oficialistas de la Sala Constitucional acallaron las críticas con otro fallo, que declaró valido el decreto y prohibió al Congreso revocarlo con una ley.
En agosto, los magistrados sandinistas relegaron a los jueces opositores del máximo tribunal y tomaron todo el control del Poder Judicial.
El opositor Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), escindido hace años del Frente Sandinista por discrepancias con Ortega, afirmó que el mandatario ha venido imponiéndose porque actúa como Julio César: «divide y vencerás».
«Para nadie es un secreto que los estrategas del orteguismo han venido aplicando estas viejas tácticas con gran éxito», dijo el MRS en una nota de prensa.
La oposición está atomizada en el Congreso en seis bloques que pelean entre sí y negocian individualmente acuerdos aislados con el gobierno izquierdista.
Ortega encabezó el gobierno revolucionario sandinista que asumió el poder tras la caída de la dinastía de los Somoza en 1979. En las elecciones de 1990 fue sacado del gobierno por una coalición opositora encabezada por Violeta Barrios de Chamorro, esposa de un periodista asesinado por los Somoza.
Pero volvió al gobierno tras ganar los comicios de 2006, favorecido por las disputas entre los caudillos liberales, y sigue disfrutando de gran popularidad en Nicaragua, segundo país más pobre de América Latina, por detrás de Haití.