Desde que hay registros escritos, los problemas económicos han sido de orden global; de ahí las guerras que la historia ha dejado plasmadas en escritura. Las crisis económicas han estado, desde sus inicios, sobre la humanidad y, el siglo XXI no podría ser la excepción.
La preocupación por el bienestar de Guatemala en el corto y largo plazos me hace pensar en las crisis internacionales actuales, debido a la repercusión que tienen éstas en nuestros pequeños países centroamericanos y, no es para menos. Para conocimiento fácil de los estimados lectores de La Hora publicamos ahora la mezcla de algunas investigaciones en la Red Internacional: La cortísima historia de la actual crisis económica europea.
La crisis de la deuda soberana de la Eurozona es una serie de sucesos que han afectado negativamente desde principios de 2010 a los 16 Estados miembros de la UE que conforman la Eurozona, es decir, que han adoptado el euro como moneda única y componen entre sí una unión monetaria plurinacional en el seno de la Unión Europea. Durante este período los estados de la Eurozona sufren una crisis de desconfianza sin precedentes, con embates especulativos sobre los bonos públicos de varios de sus miembros, turbulencias en sus mercados financieros y bursátiles, y una caída del valor cambiario de la moneda única, en un contexto de incertidumbre y dificultad por alcanzar un acuerdo colectivo que aún persiste.
La crisis comenzó con la difusión de rumores sobre el nivel de la deuda de Grecia y el riesgo de suspensión de pagos de su gobierno. Se hizo público que durante años el gobierno griego había asumido deudas profundas, gastando sin control, lo cual transgredía los acuerdos económicos europeos. Cuando llegó el aprieto financiero global, la pérdida presupuestaria subió y los inversionistas exigieron tasas mucho más altas para prestar dinero a Grecia.
Todos los países de la Eurozona se vieron afectados por el impacto que tuvo la crisis sobre la moneda común europea. Hubo temores de que los problemas griegos en los mercados financieros internacionales desataran un efecto de contagio que hiciera tambalear los países con economías menos estables de la Eurozona como Portugal, Irlanda, Italia y España que, como Grecia, tuvieron que tomar medidas para reajustar sus cuentas.
A partir de marzo de 2010, la Eurozona y el Fondo Monetario Internacional (FMI) debatieron en conjunto un paquete de medidas destinadas a rescatar la economía griega, bloqueado durante semanas debido en particular a los desacuerdos entre Alemania, economía líder en la zona, y los otros países miembros. Durante esas negociaciones y ante la incapacidad de la eurozona de llegar a un acuerdo, la desconfianza aumentó en los mercados financieros, mientras el euro experimentó una caída regular y las plazas bursátiles caían.
Finalmente, el 2 de mayo la Unión Europea (UE) y el FMI acordaron un plan de rescate de 750 mil millones de euros, para tratar de evitar que la crisis se extendiera por la Eurozona. A esta medida se añadió la creación, anunciada el 10 de mayo, de un fondo de estabilización colectivo para la Eurozona. Al mismo tiempo, todos los mayores países europeos tuvieron que adoptar sus propios planes de ajuste de sus finanzas públicas, inaugurando una era de austeridad.
Se asume que pedir dinero prestado a la China Continental y la austeridad podrían ser dos herramientas coadyuvantes sólidas para salir de la crisis (¿?).