Orhan Pamuk: El Libro Negro (XLVI)


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“Un misterioso y renombrado periodista turco, no te olvides de que además es musulmán y esto sí que resulta curioso, responde a las preguntas de la BBC pidiendo que no revelen su identidad porque tiene miedo del gobierno represivo, de los asesinatos políticos y de los militares golpistas.”

René Leiva


Poseedor y poseído por la entidad – identidad – personalidad – prestigio de Celal, Galip, haciéndose pasar por su primo y cuñado, asiste a una entrevista con los tres periodistas ingleses que poco antes había conocido en el club nocturno de las Historias de amor de una noche de nieve…, lugar donde coincidieron algunas divergencias que de tan humana y misteriosamente bifurcadas tenían que acoplar en más de un horizonte visual…

Si es otro, Galip debía estar fuera de sí, es decir, en lúcida asunción de la individualidad del afamado columnista ausente, cumplir la teatral suplantación con ribetes de autoconvencimiento de su incidental papel, no tanto para cubrir la ausencia, ante cámara, focos y micrófonos de la BBC; más bien como aceptación – afirmación de esa evanescente “seguridad” de ser otro, y borrar la insidiosa inseguridad de ser él mismo… a la vez.

“Ninguno de nosotros es él mismo (…) ¿Nunca has sospechado que los demás podían verte como si fueras otro? ¿Tan seguro estás de ser tú mismo? Y si estás seguro, ¿estás seguro de quién es esa persona que estás seguro de ser?”

Ante la duda de la periodista inglesa (“mujer comprensiva y traviesa que no paraba la partida a pesar de haber visto que las cartas estaban marcadas. ¿No se parecía un poco a Rüya?”) de si no se habían visto antes, Galip teje una digresión – semblanza breve pero apologética e hiperbólica de Celal, el columnista que muchos quisieran ser o más bien creen ser, con los que se ha encontrado en noches que él mismo se disfraza de otro y le han provocado pánico por ser tan él…

Para su público, previo a la entrevista a Celal – Galip o Galip – Celal, la televisión inglesa pasa un video con imágenes pintorescas de una Turquía semirural y semifeudal, entre turística y digna de la atención y tal vez compasión, podría creerse, de FAO, PNUD, UNICEF, el Banco Mundial… (Casi tanto como, todavía, buena parte de la Centroamérica del siglo XXI.)

    Como lo importante es el cuento y no el cuentista, según Galip, qué más da quién lo cuente. Y siempre que la historia no carezca de importancia. Aunque a algunos importa más el prestigio del cuentista que el propio cuento. Incluso una mala historia si la relata un narrador impostor a quien se toma por el verdadero pasa por notable. Y qué mejor cuando audiencia – lectores y público en general están o participan del juego implícito y no falto de sutil humor de ser otros si al menos alguien o uno solo no es él mismo o no tiene seguridad de serlo, en especial el propio cuentista del cuento.