Ordenar el tránsito


El tráfico en la ciudad de Guatemala cada dí­a se pone peor y los automovilistas nos damos cuenta que donde más embotellamientos hay, siempre hay un agente de la Policí­a Municipal de Tránsito que lejos de ser solución se convierte en causa de los problemas. El control y ordenamiento del tránsito en una ciudad es una cuestión eminentemente técnica que requiere de estudio y de aplicación de medidas inteligentes.


Partamos del punto de que los agentes de la PMT pueden estar tratando de hacer las cosas bien, pero no tienen la formación adecuada ni la dirección correcta para actuar de manera que alivien el problema en vez de complicarlo más. A su falta de conocimiento técnico de cómo actuar en los embotellamientos, hay que agregar la enorme dosis de prepotencia que tiene la mayorí­a de ellos y que los convierte en arrogantes personas que se creen investidas de poder total para someter a los automovilistas a sus caprichos.

Uno de los sectores en los que más patéticamente se puede demostrar la falta de coordinación y talento de los agentes que se ponen a ordenar el tránsito es el situado en las inmediaciones de la antigua Escuela Politécnica. Hay en dos cuadras tres puntos conflictivos en los que generalmente hay agentes de la Policí­a Municipal de Tránsito actuando, siendo éstos la rotonda en la esquina del Liceo Guatemala, la esquina del Jardí­n Botánico de la Usac y el monumento a Garcí­a Granados. A ellos hay que sumar la Torre del Reformador y la cuadra siguiente en la séptima avenida, más la esquina entre la Guardia de Honor y la Politécnica.

En resumen, se trata de un sector abarrotado de agentes en donde todos los dí­as se forman nudos imposibles por la tonterí­a de los policí­as. Con demasiada frecuencia embotellan de tal manera el tráfico que los carros no pueden pasar en ningún sentido porque los elementos de la PMT arrejuntaron autos que taparon las bocacalles e hicieron el nudo. Cuando eso pasa, uno ve a los policí­as que disimuladamente se apartan y se alejan del lugar, dejando que por inercia, muy poco a poco, se vaya desatascando el embrollo. El problema se repite en muchos lugares y los jefes de los agentes, impregnados de la misma arrogancia, no tienen capacidad ni para entender que lejos de resolver el problema vial, lo complican en todos los sitios. Es sabido que donde hay atascos, al final siempre está un agente complicando las cosas y todo mundo se da cuenta, menos los jefes de los agentes y los jefes de los jefes, quienes con esa petulante arrogancia que les caracteriza, creen que todo lo hacen perfectamente.