El cardenal Juan Luis Cipriani, del ultra conservador Opus Dei, lidera una colosal pelea jurídica en Perú en busca del control de la progresista Pontificia Universidad Católica del Perú, una de las principales del país, con base en la interpretación de un testamento.
Bastión de la tolerancia y la libertad de ideas, la prestigiosa universidad de 18.000 alumnos se halla en el centro de esta tormenta justo cuando celebra sus 90 años de creación por el sacerdote francés Jorge Dintilhac en 1917.
Desde su fundación, la Católica profesa un espíritu de apertura que incomoda a los sectores conservadores de la Iglesia peruana.
«La intención de monseñor Cipriani es controlar las decisiones de la universidad: ese es su objetivo», comentó a la AFP el vice rector Marcial Rubio, un jurista que fue adversario del régimen autoritario de Alberto Fujimori (1990-2000).
Las autoridades universitarias temen que si Cipriani accede a los fondos que facilita el testamento y que sirven de motor a la universidad podrá influir en la orientación académica, lo que representaría un peligro al libre pensamiento.
El pleito ha dominado los medios en las últimas semanas y el caso corre ya por la vía judicial.
Una decisión en tribunales durará al menos un año a no ser que antes un acuerdo de compromiso llegue desde el Vaticano: al fin y al cabo el cardenal Joseph Ratzinger fue hecho doctor Honoris Causa de la Católica en 1986 (cuando investigó los supuestos excesos de la teología de la liberación del padre Gustavo Gutiérrez) antes de devenir Papa en 2005 como Benedicto XVI.
La disputa ha llegado al extremo de que el cardenal se negó a celebrar una misa por el aniversario de la fundación y se rehusó a prestarle el atrio de la catedral de Lima para escenificar ’La Vida es sueño’, de Pedro Calderón de la Barca.
La Conferencia Episcopal del Perú se desmarcó del cardenal en un comunicado donde señaló que «la justicia es la encargada de determinar a quien le asiste la razón sobre los derechos de propiedad».
Cipriani ejerce el cargo simbólico de Gran Canciller de la universidad, responsabilidad que le permite fungir de consultor pero no le da poder para imponer decisiones o nombrar profesores, una meta que busca desde que accedió al cargo en 1999 en reemplazo del fallecido cardenal jesuita Augusto Vargas.
El núcleo del problema está en torno a la administración de las propiedades legadas en el testamento del mecenas de la universidad, José de la Riva Agí¼ero -fallecido en 1944- y al rol de la Iglesia en ésta.
Según las autoridades del centro educativo, el testamento autoriza a la Universidad luego de 20 años a dirigirse sí misma, mientras que el entorno del cardenal considera que la Iglesia tiene derecho perpetuo sobre esa herencia y a controlar la gestión de la universidad.
La controversia reflotó dos temas: el gobierno de Fujimori, a quien el cardenal respaldó y la universidad enfrentó; y la teología de la liberación -cuyo ideólogo Gustavo Gutiérrez es profesor honorario de la Católica- difundida desde sus aulas y rechazada por el prelado y El Vaticano por supuestamente recurrir al marxismo.
«El padre Gustavo Gutiérrez, inspirador de la teología de la liberación, fue profesor desde los años 60. Es una persona muy respetada y hay que tratarlo como un hermano y no como leproso», indicó a la AFP el vice rector.
El caso le ha dado al cardenal ocasión de pasarle factura a una universidad que cobija entre sus filas al filósofo Salomón Lerner, ex rector, que desde la Comisión de la Verdad lo acusó de no haber hecho lo suficiente para evitar la violación de los derechos humanos durante la guerra interna en Perú que dejó casi 70.000 muertos de 1980 a 2000.
La ofensiva mediática de monseñor Cipriani, quien es también arzobispo de Lima, tomó dimensión política cuando el ministro de la Producción, Rafael Rey, del Opus Dei, acusó a la universidad de haber desnaturalizado su esencia pontificia al haber formado en sus aulas a «marxistas y comunistas».
Cipriani es el único cardenal del Opus Dei en América Latina y es la cabeza visible del núcleo más duro del ala derecha de la iglesia en esta región. En 2005 la prensa especializada lo mencionó como uno de los candidatos a suceder a Juan Pablo II.