La oposición negó hoy que planee derrocar al presidente de Ecuador, Rafael Correa, como denunció el mandatario el fin de semana, y se comprometió a respetar el período de cuatro años para el que fue elegido pese a las deterioradas relaciones con el gobierno.
Los diputados del Partido Social Cristiano (PSC), el Partido Renovador Institucional Acción Nacional (PRIAN) y el Partido Sociedad Patriótica (PSP) desestimaron las denuncias de Correa calificándolas de «insultantes, histriónicas y desafortunadas».
«Esto hace parte de las declaraciones espectaculares del primer mandatario, cuya personalidad histriónica le hace hablar en ese tono», afirmó al canal Teleamazonas Cinthya Viteri, ex candidata presidencial y dirigente del PSC.
Asimismo, el diputado del PRIAN Federico Pérez aseguró que Correa continúa gobernando con una «actitud beligerante, desafortunada y antojadiza».
«No existe por parte del Congreso ningún intento, ni siquiera deliberado o inconsciente, de desestabilizar al Estado», expresó el líder opositor.
El sábado Correa, en su programa el «presidente habla con el pueblo», denunció que los «dueños del poder en el parlamento tienen un deseo explícito de derrocarlo».
Según el jefe de Estado, dichas fuerzas están conspirando para impedir la consulta para una Asamblea Constituyente, la cual convocó para el 18 de marzo sin la aprobación del Congreso.
La celebración del plebiscito quedó en suspenso luego de que el tribunal electoral remitió el texto para su calificación en el Legislativo, tras lo cual el gobierno prometió movilizar las fuerzas sociales para cumplir con el objetivo.
No obstante, el PSC insistió en que respetará el mandato de cuatro años que asumió Correa el 15 de enero, mientras el PSP del ex mandatario Lucio Gutiérrez dijo que evitará la confrontación y esperará a que el presidente «deje el insulto y se siente a gobernar», según el diputado Luis Tapia.
«Nuestro bloque está absolutamente consciente de que él fue elegido por cuatro años y cuatro años debe permanecer», enfatizó por su parte Viteri.
En la última década ninguno de los tres presidentes elegidos en Ecuador ha podido culminar su mandato, presionados por revueltas sociales que se han saldado con su destitución en el Congreso.