Durante los últimos dí­as hemos visto al quetzal apreciarse en relación al dólar. Que según el Bando de Guatemala, entre los factores que inciden en este fenómeno está que: hay de alguna manera, menos quetzales en la economí­a generado por distintas variables. También hemos observado cómo el petróleo a nivel internacional aumenta de precio, presionado, entre otras cosas, por la debilidad del dólar.

No entremos en detalles sobre el ritmo de remesas, demanda del dólar en el mercado local, ni nada de eso.

Por el momento sólo observemos el precio de los combustibles que afectan, por supuesto, a la economí­a mundial, pero veamos cómo el oportunismo de los mercantilistas de Guatemala, que predican el libre mercado, se protegen con la intervención del mismo al que critican.

Recordemos un poco lo que ha sucedido en algunas ocasiones cuando el precio del barril de petróleo aumenta unos cuantos dólares en el mercado internacional; casi inmediatamente el precio de los combustibles en el mercado local aumenta significativamente, y al final, incide en el precio de casi todo los productos que los consumidores necesitamos para sobrevivir.

Todo lo contrario ocurre cuando aquellos bajan; jamás ha sucedido que tras el petróleo descienda su precio, los precios de los combustibles se reviertan. Nunca ha ocurrido; lo más que ha sucedido es que disminuyan en un par de centavos y no creo que pueda llegarse a más con estos mercantilistas.

Que si el quetzal se fortalece resta competitividad a las exportaciones. Por supuesto. Que es más barato importar si el dólar se debilita. Ciertamente que sí­ Entonces ¿por qué no han bajado los precios al menos en unos cuantos centavos en estos últimos dí­as?, ¡ah!, es que es un ingreso, llamémosle «extraordinario», para los expendedores de combustibles que solo piensan en máxima ganancia.

El Estado de Guatemala no puede intervenir en los precios internacionales porque no, pero puede hacer lo necesario dentro de sus fronteras, para poder auxiliar al consumidor, que es el que cada dí­a ve disminuir la cantidad de artí­culos que compra con su salario.

Con gran simpleza el Bando Mundial reconoce que durante esta crisis veremos mudarse, parte de las personas no pobres, al segmento de los pobres; que ha costado varios años, en los próximos dos.

Pero lo anterior puede quizá evitarse si el Estado asume su rol, y castiga a aquellos que sí­ que se han quedado atrás, a los empresarios que aun creen que pueden mentir cantando y alabando el libre mercado, mientras realizan prácticas oligopolicas que solo inciden en la no conformación de un mercado local fuerte.