La creación de «una OPEP del gas», idea calificada de «interesante» por el presidente ruso Vladimir Putin y que podría ser liderada por Rusia e Irán, sería según los expertos demasiado costosa y difícil de aplicar.
Ese proyecto es una «idea interesante», dijo Putin el jueves pasado en Moscú, mientras esta hipótesis preocupa en una Europa muy dependiente energéticamente de Rusia.
Sin embargo, esa idea «por el momento no es factible debido a la estructura regional del mercado y porque no hay un precio flotante del gas», comentó Simon Wardell, analista especialista de energía en Global Insight.
El experto recuerda que los países exportadores pusieron en marcha en 2000 un foro de países exportadores de gas, pero el foro no generó ninguna decisión concreta.
El gas natural está cotizado en plazas financieras como Nueva York, pero ello concierne a una muy pequeña parte del mercado.
El gas se negocia mayoritariamente a través de contratos bilaterales entre cliente y proveedor, a muy largo plazo, con precios a menudo ajustados a los precios del petróleo.
Además, el mercado del gas está muy regionalizado, ya que este producto es difícil de transportar, contrariamente al petróleo. Así, es distribuido por vía subterránea a través de gasoductos, o para mayores distancias, por barco, lo que requiere que sea licuado.
Se trata de un proceso muy costoso, ya que hay que construir fábricas de licuefacción, así como terminales de regasificación, todo ello sin contar con el coste del transporte. Además, la flota mundial de metaneros aún es muy insuficiente.
Actualmente no hay infraestructuras de licuefacción de gas en Rusia, pero el proyecto Sajalin-2 -en el que el gigante ruso Gazprom se convirtió en principal accionista en diciembre- debe permitir exportar por barco gas natural licuado (GNL) a partir del verano de 2008, en particular hacia Japón.
«Todos los gasoductos de Rusia están dirigidos hacia Europa», subraya un analista que requiere el anonimato. Existe, por tanto, una doble dependencia entre Rusia y Europa, la primera para percibir ingresos, y ésta para abastecerse en gas.
Mediante un cártel del gas, Rusia intentaría diversificar su clientela, precisamente uno de los objetivos de Sajalin-2.
Jason Schenker, analista en energía del banco Wachovia, minimiza también el impacto de un cártel de productores de gas que se crearía en torno a Irán, Qatar, Rusia y Argelia, ya que los diferentes países tendrían que ponerse de acuerdo, y respetar luego sus cuotas de produccción.
«Incluso la OPEP tiene dificultades para hacer respetar a sus miembros» esas cuotas de producción de petróleo, destaca Schenker.
Pero a más largo plazo, dentro de al menos 10 años, cuando las infraestructuras de licuefacción de gas natural permitan su transporte por todo el planeta, un cártel si podría tener sentido, ya que Irán, Argelia y Rusia tienen en total cerca de 30% del mercado mundial del gas.
De momento, una OPEP del gas sería «contraproducente para los países productores», pues se traduciría por una reducción del consumo y su sustitución por otras energías, indicó por su parte la Agencia Internacional de Energía (AIE), en declaración recibida el viernes pasado por la AFP.
«Los cárteles distorsionan los comportamientos y no refuerzan la seguridad del suministro», aseguró además la AIE, que considera que «el mercado es más eficiente».