El aumento de la fauna callejera es la principal preocupación de las organizaciones pro animalistas en Guatemala, que en su afán por socorrer a los animales abandonados promueven jornadas de esterilización y adopción.
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Las autoridades, por otro lado, no realizan un esfuerzo notable por actuar en este asunto, que puede afectar negativamente en la salud de la población y derivar en actos de crueldad.
Guatemala no da muestras de preocupación por el bienestar animal, pues es común encontrar animales hambrientos y enfermos tanto en áreas urbanas como rurales, ante la mirada indiferente de las autoridades y de la mayoría de los guatemaltecos.
La problemática del aumento de animales en situación de calle deriva, en buena parte, de las mascotas abandonadas por sus dueños y que sin esterilización, se reproducen de manera incontrolada.
De acuerdo con Pilar de Naranjo, fundadora de la Asociación Paz Animal, por cada perra que hay en la calle sin esterilizar pueden nacer 60 mil descendientes cada 7 años.
Una perra puede tener dos o tres camadas al año, mientras que una gata puede quedar preñada muchas más veces, por lo que sus descendientes pueden generar alrededor de 250 mil crías en 7 años.
Como resultado de esta reproducción incontrolada, la población de animales que viven en la calle se puede estimar como mínimo en 7 millones en todo el país, aunque no hay un cálculo o estudio que arroje cifras confiables.
GOBIERNOS
Ante el panorama de pobreza que vive la población se hace aún más evidente el abandono e indiferencia en que se mantiene a los animales sin hogar, lo que también es resultado de la falta de inversión por parte de los gobiernos en programas de atención y salubridad.
Gustavo Barillas, vocero del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), sostiene que velar por los animales domésticos es una tarea de las municipalidades y no de dicha cartera, pese a que cuenta con un área de sanidad encargada de realizar monitoreos de manera regular.
Al respecto, Carlos Sandoval, portavoz de la Municipalidad, responde que la comuna “no es responsable de velar por los animales que viven en la calle”, pero sostiene que sí cuentan con programas de rescate que se realizan en las alcaldías auxiliares de las zonas 21 y 5, y que funcionan sin recursos provenientes del Estado.
“Es un rescate de algunos, pero no nos encargamos de retirar a todos los perros de la calle. Son los mismos que se van acercando a las alcaldías. Se les busca un hogar, atención”, aclara.
“No es que los programas estén con un presupuesto estipulado sino que se va buscando de qué forma se consigue la ayuda”, refiere. Eso significa que la comuna es el enlace para contactar a las organizaciones no gubernamentales que se dedican al cuidado de los animales, a manera que consigan una familia que los adopte.
Al preguntar a dos “animalistas” sobre las acciones de los gobiernos municipales o estatales, para prevenir el incremento de los animales de la calle y evitar un problema sanitario, coinciden en que todo el trabajo recae sobre la sociedad civil.
Alejandra Estrada, fundadora de la Asociación Guate Unida por los Animales, respondió que las autoridades “solo colocan vacunas de rabia. Realmente no educan ni hacen campañas de concientización o educación, menos jornadas de esterilización para poder ayudar a más casos”.
Tanto al Ministerio de Salud como a las diferentes municipalidades les debería importar el cuidado de estos animales, pues a través de las alcaldías auxiliares se puede educar, concientizar y realizar jornadas a bajo costo para esterilizar a perros y gatos, para evitar problemas serios, explica Estrada.
Por su lado, De Naranjo indica que “Guatemala es un país cruel con los animales”, ya que los gobiernos no han velado por el bienestar de estos seres, puesto que no existe un monto de inversión para realizar jornadas de castraciones, principalmente por el “facilismo”, en referencia al abandono de animales como una supuesta solución al problema.
Otros países de Latinoamérica invierten en jornadas de castración masiva como Costa Rica, en Centroamérica, pero Guatemala no invierte recursos en esta práctica y en cambio las municipalidades prefieren pagar por el envenenamiento de animales, dice.
Aquí ni hacen nada, lo único que quieren es envenenar, señala la activista y agrega que «le están dejando una muy mala imagen al país».
Desde hace 13 años, Paz Animal está presentando ante las autoridades propuestas de esterilización, pero no se ha logrado conseguir el soporte gubernamental, por lo que esta situación se mantiene en “estado primitivo”.
La propuesta de dicha organización es que las castraciones deben ser supervisadas, ya que algunas de las jornadas no implementan “microcirugías”, lo que puede derivar en el fallecimiento de los animales.
Igualmente, las vacunas contra la rabia que el Ministerio de Salud administra no son el único método para combatir la enfermedad, pues los casos se reducirían mediante jornadas de castración, «que le toca al Estado, precisamente, por sanidad pública», argumenta De Naranjo.
LEGISLACIÓN
La legislación de protección animal en Guatemala prohíbe, mediante el decreto 870-1952, el exterminio de los animales de la calle, mientras que el decreto 36-98 “Ley de Sanidad Animal y Vegetal” lo permite si vulnera la sanidad de la población.
El primer decreto establece que la Policía –antes Guardia Civil– es la encargada de velar porque no se maltrate a los animales, pero la Policía no cuenta con la indumentaria necesaria para dar protección a la fauna callejera.
Como se ha dado a conocer en los últimos años, algunas municipalidades han incurrido en la eliminación de animales de la calle a través de envenenamiento, excusándose en la “necesidad de saneamiento”, justificada por el segundo decreto.
De esta manera las comunas, como la de Totonicapán, han elegido «limpiar» las calles de la presencia animal sin conseguir solucionar la situación, dado que por la rapidez en que estos animales se reproducen, en corto tiempo revive la problemática.
Los intentos por lograr la reforma de esta ley han sido diversos pero nada se ha logrado para que el Congreso avale los cambios propuestos por los grupos animalistas.
LA RESPUESTA
Shenie Nielsen, de Animal Aware Guatemala, dice que aunque la situación de adoptabilidad de los animales de la calle ha cambiado, aún falta hacer más. “La respuesta no son más refugios sino operaciones –castraciones– y educar a las personas”, asegura.
Las personas están aprendiendo que el animal no es un adorno, dice. Esto en parte se ha logrado a través de los programas de televisión sobre el cuidado a los animales, aun así, no todos han logrado desarrollar esta “conciencia animal” pues no todos los guatemaltecos tienen acceso a una televisión.
Este proceso para brindar bienestar a la fauna callejera necesita de la inversión de recursos y del tiempo de profesionales y expertos que velen por la correcta recuperación de animales con afecciones de salud.
ADOPCIONES Y OTRAS ACCIONES
La adopción es una de las alternativas que reducen la cantidad de animales que viven en la calle.
«Al comprar se le quita la oportunidad a un perrito de ser adoptado. La gente compra los animales sin castra y luego ponen a reproducir a los animales. La problemática que nos han aventado a las organizaciones éticas de protección en Guatemala es una misión imposible», enfatiza De Naranjo.
La compra de animales en tiendas y comercios contribuye al lucro de las personas que se dedican a comerciar a estos animales domésticos, y que al final mantienen un círculo de crueldad, pues no advierten a las personas que también tienen derechos y necesidades. Debido a este desconocimiento las personas abandonan a los animales al cansarse o aburrirse de ellos.
CRUEL DESTINO
El abandono y el maltrato no son las únicas formas de crueldad contra los animales pues se han difundido casos de consumo de carne de perro, sobre todo en las ferias y con la llegada de los circos, pues de acuerdo con una cartas de vecinos de Cobán, Alta Verapaz, enviada a Paz Animal, se denuncia desaparecimiento de animales de la calle, los cuales son dados como alimento a los tigres.
De Naranjo asegura que el Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap) no realiza las investigaciones de ley a estos circos, pues existe un negocio que deja millones de dólares de ganancia alrededor del comercio de la fauna nativa.
La entrevistada explica esta situación diciendo que hay desamor a la naturaleza y a los animales en el país.
Prueba de ello, es que en enero de este año los guatemaltecos se vieron sorprendidos al escuchar sobre el envenenamiento de perros de la calle en el departamento de Totonicapán, y un video en las redes sociales que dejó ver a un menor de edad mientras le disparaba a dos perros repetidas veces mientras se filmaba en el asiento del copiloto de un picop.
La primera, tuvo el impacto suficiente como para movilizar a los guatemaltecos amantes de los animales a la cabecera del mencionado departamento y exigir a su alcalde, Miguel Bernardo Chavaloc Tacam, el cese de la exterminación.
La segunda noticia causó la indignación de la población, una vez más, logrando que el padre del menor se disculpara públicamente a nivel nacional a través de un medio de comunicación radial.
Este caso se ha repetido recientemente en la municipalidad de Patzún, Chimaltenango, pese a que en el municipio, la comuna informa que impulsa “desarrollo integral sostenible”, y prevalece la “conciencia y cuidado ambiental”.
Para este reportaje se intentó contactar con los alcaldes de Patzún, Mardoqueo Cancax, y con el alcalde de Totonicapán.
Una de las organizaciones internacionales que defiende y vela por los derechos de los animales es “Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA)”.
PETA tiene su sede principal en Estados Unidos y cuenta con dos millones de miembros y partidarios.
Esta organización promueve el “veganismo” –no comer ningún producto proveniente de los animales– y la concientización del trato que se da a los animales dentro de las industrias.
El eslogan de PETA es «los animales no son nuestros para comer, vestir, experimentar o usar para entretenimiento.» La organización se centra en cuatro cuestiones básicas: granjas factoría, granjas peleteras, experimentación con animales y el uso de animales como entretenimiento.
PETA trabaja educando, realizando investigaciones sobre la crueldad, rescatando animales, impulsando la legislación, creando eventos especiales, buscando la participación de celebridades que difundan su mensaje y realizando campañas de protesta para crear presión.