Onda fría


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Tiene ya presencia esta condición climática que coincide con el penúltimo mes del año en el territorio guatemalense. Cumple por consiguiente el infaltable ciclo de la naturaleza, esperado por unos, objetable por otros, -tras el correr infaltable que las hojas del calendario. Tiene características por demás conocidas sin variabilidad.

Juan de Dios Rojas


Dicho traje, revestido, o bajo el alero de bajas temperaturas, sirve de referente a la asociación de ideas echadas al vuelo, según el estado de ánimo personal. Remonta a los años idos a prisa, la infancia a la cabeza. También el jolgorio adolescente, consolidado en la juventud, volanderos ambos momentos huidizos a ritmo rapidísimo.

Empero esta condición especial conforma asimismo una esperanza fortuita, propicia de valorar hechos y situaciones que devienen en esperanza, última que mantiene los seres humanos. Siempre, como quiera que sea el asombro ocupa lugar en la cotidianidad. Hay tronar de dedos, esfuerzos sobrehumanos ante casos y cosas al compás de la onda fría.
Si no fuese por el descontrol consiguiente de los fenómenos naturales, la presencia de la mencionada onda fría la esperaríamos en medio de batir palmas y regocijo. Cuando ocurren casos ya aludidos, todo gira alrededor de prevención, medidas urgentes a efecto de menguar esos efectos fuera de serie, capaces de implementar lo necesario.
A veces la temporada de onda fría representa estados de calamidad nacional, seguidos de extrema dimensión, que obligadamente necesita ropa adecuada para soportar sus efectos.  Marca mucho más la pobreza y extrema pobreza en ascenso, conforme datos estadísticos manejados; también ante la serie de pronósticos y prevención del tiempo.
En la búsqueda natural de más y mejoría de abrigo personal, fácil resulta visualizar en carne propia la perentoria necesidad de protección. Término contradictorio por cuanto aunque quisiesen los connacionales faltos de recursos imposibles pueda ser real y efectivo el caso en cifras alarmantes. A propósito; cuenta más el frío en alma.

Respecto a lo anterior citado, no es simplemente al azar, constituye vigencia dentro de los miembros del colectivo nacional, no bastan por lo tanto los casos de onda fría material que en determinados aspectos  gana terreno fértil y resulta aceptable,  ajeno a pérdida de salud.  El frío en el alma representa algo de fuerza demoledora y evidente.
Pese a la existencia de calefacción adecuada y restantes comodidades, si existe ese calificativo de frío en el alma, la persona declina a pasos agigantados en auténtico tropel aniquilador. Es deseable de verdad que no penetre y avance ese estado de ánimo y se adueñe totalmente, al margen de tratamientos y las terapias indispensables.
Juan de Dios Rojas