Estados Unidos e Irán protagonizarán mañana en Estambul uno de los partidos más esperados de la primera fase del Mundial de basquetbol, no tanto por el aspecto deportivo, donde la diferencia entre ambos es abismal, como por las tensiones políticas entre ambos países.
Tras la Revolución Islámica de finales de los setenta, sus relaciones se limitaron a una representación de intereses, los estadounidenses a través de la embajada de Suiza en Teherán, y el país islámico por medio de la de Pakistán en Washington, y en los últimos años sus diferencias se han agravado.
La «cumbre deportiva» por todo lo alto llega esta vez cargada de tensión, aunque pocos dudan de una victoria estadounidense sobre un equipo aún en progresión y sin grandes figuras.
Los persas lo tendrán por lo tanto muy complicado para cobrarse en la cancha un triunfo moral, como ya hicieran en 1998 en el Mundial de fútbol, donde ambas formaciones coincidieron también en la primera fase, con triunfo para los iraníes por 2-1, desatando una gran celebración en las calles de su país.
En esta ocasión, Estados Unidos es el grandísimo favorito y ya está en octavos, tras ganar sus tres primeros partidos, mientras que Irán cayó ante brasileños y croatas, y sólo pudo ganar a la débil Túnez, con lo que tiene complicado superar la primera fase.
Pero lo que sí tienen claro en el equipo es que hay que desligar el encuentro de cualquier connotación política, para no mezclar conceptos que desvirtúan lo que significa un partido de básquetbol.
«Para nosotros es un sueño poder participar en este Mundial. Todos hablan de este partido contra Estados Unidos, pero para nosotros es sólo un partido como cualquier otro. El básquet es un deporte, nada más», señaló el técnico serbio de los iraníes, Veselin Matic.
En sus filas hay jugadores que están acostumbrado a enfrentarse a jugadores estadounidenses, como el joven Arsalan Kazemi, que participa en el campeonato universitario del país norteamericano, o el gigante Hamed Ehadadi, de los Memphis Grizzlies.
La liga estadounidense (NBA) invitó incluso hace dos años, en colaboración con el departamento de Estado del país, a la selección iraní a realizar una gira en su territorio, dentro de un guiño de acercamiento deportivo, algo que los integrantes del equipo actual consideran un momento inolvidable.
El DT de los norteamericanos, Mike Krzyzewski, también guarda recuerdos de enfrentamientos con los iraníes.
«Yo mismo he jugado en Irán en 1970, cuando estaba en el Ejército. Tengo mucha simpatía por ese país. Son auténticos deportistas, como nosotros, así que será un gran partido», señaló «Mister K» sobre el compromiso de la cuarta fecha del grupo B.
El deporte como vía de acercamiento entre países cuenta con importantes precedentes en el pasado, como los partido de béisbol entre estadounidenses y cubanos, aunque el ejemplo más significativo fue la «diplomacia del ping pong» impulsada por Henry Kissinger, para impulsar las relaciones entre Washington y Pekín a principios de los setenta.
Estados Unidos, con el pase a octavos cerrado, quiere el triunfo para poder seguir manteniendo la primera plaza del grupo B, que le garantiza teóricamente un cruce de octavos más asequible.