El primer ministro de Israel, Ehud Olmert, inició hoy una visita de tres días a Washington, ensombrecida por la presión para que renuncie a causa de sospechas de corrupción y por las críticas que levantó la decisión de expandir las colonias judías en Jerusalén este.
Olmert llegó por la mañana a la base de la fuerza aérea Andrews, procedente de Israel.
La visita puede darle un breve respiro en la crisis política que enfrenta en su país, donde incluso algunos de sus aliados clave en el gobierno exigieron su dimisión, ante las sospechas de que recibió ilegalmente grandes sumas de dinero de un empresario norteamericano.
El jefe del gobierno israelí también debe hacer frente a enérgicas críticas internacionales -incluso por parte de Estados Unidos, el principal aliado del Estado hebreo- debido a los planes de su gobierno de expandir los asentamientos judíos en Jerusalén este. La Casa Blanca sostuvo que ese proyecto «exacerba las tensiones cuando se trata de negociar con los palestinos».
Esta visita de trabajo de Olmert es considerada por muchos observadores como su despedida del presidente estadounidense George W. Bush, cuyas esperanzas de lograr un acuerdo de paz israelo-palestino este año parecen desvanecerse rápidamente.
Para Bush, quien catalogó a Olmert de «hombre honesto» cuando surgieron las primeras acusaciones de corrupción a principios de mayo, la potencial renuncia del primer ministro israelí amenaza con destruir uno de los principales pilares del legado que esperaba dejar en Oriente Medio.
Olmert también informará a Bush sobre la reanudación de las conversaciones de paz de Israel con Siria después de una interrupción de ocho años, en forma indirecta, a través de una mediación turca.
También se espera que ambos estadistas examinen un paquete de ayuda militar que Bush ofreció a Israel durante su visita en mayo.