Olmert, debilitado, viaja a EE.UU.


Esta imagen tomada el 6 de abril último pone de manifiesto la situación polí­tica del primer ministro israelí­, Ehud Olmert, la cual se ha debilitado por una profunda crisis.

El primer ministro israelí­ Ehud Olmert viaja el lunes a Washington, debilitado por una grave crisis polí­tica que amenaza su permanencia en el cargo y resta credibilidad al ya poco convincente proceso de paz en Oriente Medio auspiciado por Estados Unidos.


El funcionario israelí­ viajará el próximo lunes, en una visita de tres dí­as, a Estados Unidos.

La visita, de tres dí­as, podrí­a ofrecer un breve respiro al jefe de gobierno, que enfrenta un creciente coro de pedidos de renuncia por sospechas de haber recibido sobornos de un empresario estadounidense.

Pero el viaje del lunes puede ser el último de Olmert en funciones a Estados Unidos, un inquebrantable aliado de Israel.

Olmert, de 62 años, sufrió en los últimos dí­as dos duros golpes polí­ticos, uno de ellos cuando el ministro de Defensa Ehud Barak, un aliado clave en la coalición de gobierno, pidió su renuncia, y el segundo cuando la ministra de Exteriores Tzipi Livni desafió su liderazgo en el partido Kadima (centrista).

Ante la perspectiva de elecciones legislativas anticipadas, ya hay quienes dicen que Olmert va a Washington para despedirse del presidente estadounidense George W. Bush, quien ve diluirse rápidamente su deseo de un acuerdo de paz israelo-palestino en 2008.

Bush querí­a dejar ese acuerdo como legado de su mandato, que concluye en enero próximo, pero la renuncia de Olmert significarí­a el desmoronamiento de uno de los pilares de esa estrategia, lanzada en noviembre pasado en Annapolis por los dos dirigentes y el presidente palestino Mahmud Abbas.

El proceso no ha registrado hasta ahora avances palpables, pese a las presiones ejercidas por la diplomacia estadounidense y a varias reuniones entre Olmert y Abbas.

«Esta claro que no hay ninguna posibilidad de alcanzar un acuerdo este año, porque Olmert está saliendo (del cargo). Todas las discusiones quedarán literalmente paralizadas más o menos un año», dijo un importante responsable israelí­, que pidió el anonimato.

Un alto funcionario estadounidense aseguró en cambio que los problemas de polí­tica interna de Olmert no paralizarán las discusiones de paz en Medio Oriente ni los esfuerzos para obligar a Irán a cambiar su polí­tica nuclear.

«Somos conscientes de la situación polí­tica (israelí­), pero en lo que hace a nuestros objetivos de polí­tica exterior, el proceso de paz sigue como antes», dijo ese funcionario.

Los colaboradores de Olmert insisten en que el primer ministro está abocado a su trabajo de siempre.

«El primer ministro está centrado en su agenda. Cree firmemente que saldrá inocente de la investigación», dijo uno de sus asistentes.

Olmert y Bush hablarán tanto de las negociaciones israelo-palestinas como de las discusiones indirectas de paz entabladas entre Israel y Siria, a través de Turquí­a.

Esos contactos, anunciados en mayo, hicieron fruncir el ceño al gobierno estadounidense, empeñado en aislar al régimen sirio al que acusa de inmiscuirse en los asuntos libaneses y de apoyar a grupos terroristas en Irak.

Washington teme además que ese nuevo frente de diálogo retrase el acuerdo israelo-palestino.

«Pensamos que (el diálogo con Siria) no debe desviarnos del primer objetivo, en el cual ya estamos en una etapa avanzada, el diálogo directo con los palestinos», dijo un funcionario norteamericano.

Estados Unidos asegura además que tiene información de la construcción de sitios nucleares en Siria, y que un bombardeo israelí­ destruyó un reactor en el desierto sirio en septiembre pasado.

Olmert también discutirá un paquete de ayuda militar ofrecido por Bush cuando el mandatario estadounidense viajó a Israel en mayo, para asistir al 60º aniversario de la fundación del Estado hebreo.

Esa ayuda, destinada a contrarrestar cualquier amenaza iraní­, incluye un sistema de misiles de advertencia y aviones furtivos de ataque, indicó un responsable estadounidense.

Washington teme que ese nuevo frente de diálogo retrase el acuerdo israelo-palestino.