Oligarquí­a


En este artí­culo haremos uso del término oligarquí­a, refiriéndonos al diccionario respectivo, como un gobierno en manos de unos pocos, que todo lo controlan y se embolsan.

Carlos Asturias

Cualquier paso que se dé en la consecución de mejorar nuestro sistema gubernamental, será en beneficio de la tan cacareada PAZ. Aunque sean repetitivos mis comentarios, estoy plenamente convencido de que sólo con ciudadanos probos y de capacidad comprobada, saldremos del atolladero en que nos encontramos ¿Cómo y dónde encontrarlos?, pues partiendo de lo más simple que es la conformación de CONSEJOS DE DESARROLLO, a partir de los alcaldes municipales, autoridad en contacto continuo con los habitantes del municipio y no con los gobernadores que por ser electos a dedo, indiscutiblemente su labor es proselitista a favor del presidente en turno.

Si lográramos integrar un sistema con el que se propone y que fue la base definitiva de la idea original de los CONSEJOS, realmente estarí­amos dando los pasos de una PAZ verdadera y plasmada en realidades, no en escritos a conveniencia sino en verdades irrefutables. Se principian a escuchar los cantos de sirena, en los cuales todos los candidatos son lo último, cuando si analizamos a conciencia, porque no lo hicieron en su paso por la posición de gobierno que ocuparon, es hasta ahora después de haber estado levantando el dedo en el Congreso, cuando se dan cuenta de su indispensabilidad.

Si los alcaldes desde su posición electoral y en conformación de los distintos elementos consecutivos de un andamiaje gubernamental sólido, que se principiarí­an a sentir los cambios a nivel nacional y no sólo en el capitalino, residencia permanente de los gobernadores que visitan sus lugares de origen, con mayor frecuencia cuando las elecciones se aproximan. El organigrama quedarí­a conformado por la base piramidal de los alcaldes locales, hasta llegar al consejo nacional; integrado por la selección cualitativa y no cuantitativa de los electos en la formación de ese tronco piramidal.

Como soñar nada cuesta y mientras todo se resuelva por medio de la capacidad de don dinero, casi todos constituyen un grupo comprable y del que sólo unos pocos han logrado escapar. Aquí­ veremos y podremos darnos cuenta cuantos han mudado de camisola, después de los más variados y ahora obsoletos ofrecimientos de la campaña anterior.

El señor alcalde de Flores es un ejemplo clásico, defendió a la GANA en las elecciones anteriores, hoy se pone la camiseta de un candidato de un comité independiente.

Es muy cierto lo que algunos periodistas indican y consiste en que los alcaldes, hasta la fecha y en su mayorí­a se han dedicado a embolsarse los fondos de la alcaldí­a; o como sucede generalmente algunos alcaldes poseen ganado y utilizando los fondos de las municipalidades adquieren chivos de desmadre para engordarlos, retornando lo mal utilizado una vez los novillos se venden. ¿Bonita forma de aparentar buen manejo de los fondos municipales? Otra forma es hablar de rutas de desarrollo turí­stico, pasando y partiendo la Biosfera Maya para terminar de saquear los recursos naturales.

Terminar con la fe de que al fin algo se hará en bien común es lo último a que se debiera llegar, si ya se perdió la fe completamente, nada queda por hacer, sólo cuando el poder esté en manos de grupos o individuos honestos saldremos del atolladero en donde nos encontramos. Me imagino que de familias honradas y honestas salen ciudadanos correctos, prácticamente ya no hay manera de seguir engordando instituciones como la Policí­a y el Ejército, nadie tiene trabajo dignamente remunerado, cuando lo tiene, y de otra manera no hay, para seguir viendo de dónde producir más impuestos que ningún beneficio dan al ciudadano común, sin embargo el Ejército goza de invaluables prestaciones en toda su improductiva vida; mientras el IGSS perdió su función de atender  al ciudadano común, cambiando el sistema de prestaciones por el contrato cerrado, el Hospital Militar es un elefante blanco, al servicio de unos pocos, con banco particular de donde hubo fuga de fuertes fondos o del Comisariato, que enriqueció a unos cuantos. Encontrar la banal justificación de portar un arma es la mentira más grande, nadie sacrificará su vida por un salario y lo único que está pasando es que las armas caen en poder de maras, que dominan el ambiente.

Los comités cí­vicos son la única solución, ya no más ombligos atados a partidos politiqueros, de los cuales cansados estamos; La oligarquí­a en manos de todos es la solución.