Rebeldes realizaron hoy una serie de ataques con vehículos cargados con explosivos, matando al menos 34 personas y enviando al cielo de Bagdad columnas densas de humo negro en una demostración de fuerza que busca intimidar a la mayoría chiita en momentos en que están celebrando lo que tiene la intención de ser una festividad gozosa para su secta.
Los ataques ocurrieron casi dos semanas después de que los iraquíes fueron a las urnas en la primera elección parlamentaria del país desde el retiro de las fuerzas armadas estadounidenses en 2011. No se han proporcionado aún cifras oficiales preliminares, profundizando más una sensación de incertidumbre en una nación tensa por el resurgimiento de la violencia.
Fue el día más mortífero en Irak desde el 28 de abril, cuando ataques de rebeldes a casetas electorales y otros objetivos ocasionaron la muerte de 46 personas. Ningún grupo se atribuyó de inmediato los ataques del martes, la mayoría de los cuales sacudieron Bagdad durante la hora de más actividad, pero lo más probable es que fueron obra de la rama de al-Qaida conocida como Estado Islámico de Irak y el Levante.
El grupo rebelde, conformado por extremistas musulmanes sunitas, ha afianzado el control sobre partes del occidente de Irak desde fines de diciembre. Busca socavar los esfuerzos del gobierno musulmán encabezado por chiitas de mantener la seguridad en todo el país. Los ataques coordinados con coches bomba contra chiitas, a quienes consideran herejes, es una de las tácticas favoridas del grupo.
Todas las explosiones del martes fueron ocasionadas por vehículos cargados con explosivos estacionados en áreas públicas. Coincidieron con la celebración en las comunidades chiitas del nacimiento del imán Alí, primo y yerno del profeta Mahoma, y el mártir más sagrado de la secta.