Ojos de perro azul


Ojos de perro azul es un cuento de Gabriel Garcí­a Márquez, de su producción temprana, cuyo argumento es muy sencillo. Inicia con el encuentro de un hombre y una mujer en sueños. Piensan que es la primera vez que se miran en toda la vida, pero luego el hombre se da cuenta que todas las noches se han visto. í‰l le dice: «Ojos de perro azul», frase con la que han quedado de acuerdo en reconocerse.

Mario Cordero
mcordero@lahora.com.gt

Ella recuerda, entonces, que también lo conoce. En el sueño, ocurren hechos que sólo en sueños se explican, como ver por las espaldas. Aunque la pasión los consume, temen tocarse, ya que talvez despertarí­an y no se reencontrarí­an.

El problema fundamental consiste en que, al despertar, él no recuerda las palabras con que han de encontrarse en la vida real. En cambio, ella sí­, y ha escrito «Ojos de perro azul» en las paredes de su ciudad. Sólo que, en sueños, ella no recuerda en qué ciudad vive.

Ella le cuenta sus aventuras en la vida real, de cómo lo ha buscado y todo lo que ha sufrido por encontrarlo, que, incluso, ha sido humillada.

Termina en que, como ya va a amanecer, el hombre sale de la habitación donde se encuentran siempre en sueños, con la promesa de que, ahora sí­, recordarí­a las palabras y que la buscarí­a; pero ella sabe que no sucederá, diciendo:

«Eres el único hombre que, al despertar, no recuerda nada de lo que ha soñado.»

Debido a que el cuento involucra un sueño, una crí­tica psicológica se presta para este caso, analizando cómo el problema central es una inconexión entre el consciente y el inconsciente.

El inconsciente, para Freud y otros psicoanalí­ticos, está formado por material que se encuentra reprimido dentro de la personalidad. Toda esta «represión» puede surgir cuando el consciente no está «velando» para que no salga al exterior. Uno de estos momentos es en los sueños, en donde predomina el inconsciente. Es decir, en el cuento «Ojos de perro azul», ya que se encuentra dentro de un sueño, se dice que en él predomina el inconsciente.

El consciente también está representado dentro del sueño, sólo que en menor medida. Los personajes hacen constantes relaciones de lo que ocurre en el exterior, afuera de los sueños. Por ejemplo, la mujer cuenta lo que le ha sucedido en la vida real, tratando de encontrar al hombre:

El encuentro hombre y mujer puede interpretarse como la alusión freudiana de que el inconsciente es movido por la libido, por su deseo de satisfacción del placer sexual. Dentro del sueño, existe desnudez y deseo de tocarse, frenado, únicamente, porque, si lo hacen, podrí­an despertarse y no se volverí­an a encontrar esa noche.

Sin embargo, como podrí­a suponerse por el desarrollo de este análisis hasta el momento, el cuento no es simplemente una historia de amor, sino que contiene significados más profundos.

La mujer representa al inconsciente y el hombre al consciente. El encuentro sólo en sueños, y no en la realidad, indica una inconexión entre estas dos partes de la personalidad. La mujer, que sí­ recuerda las palabras, no recuerda la ciudad donde las ha escrito, ya que, el inconsciente no es capaz de sobrevivir en sociedad, y es capaz de cometer locuras como pintar con un carmí­n en el embaldosado de la droguerí­a, para que el dependiente la obligue a limpiarlo, lo que provocarí­a una represión aún mayor de ese deseo.

En cambio, el consciente no es apto de detener el flujo del inconsciente en el sueño, y ha reprimido tanto su deseo que, en la vida real, no recuerda qué soñó.

El hombre da muestras de no querer luchar por satisfacer su deseo, ya que sale de la habitación, ante el reconocimiento de que ya va a amanecer y que tendrá que levantarse para ir a trabajar, hecho que denota la presencia del superyó, que regula la vida social de la personalidad para que no tenga problemas en su relación con los demás.

Sin embargo, el problema consistirí­a en que la parte consciente está haciendo mucho caso al superyó, y se esfuerza poco para escucharse a sí­ mismo.

En la lengua castellana, y en otras como la inglesa, el término «sueño» tiene dos acepciones: una es, como se toma en este cuento, como el fenómeno oní­rico que se tiene cuando se duerme; y dos, como sinónimo de meta u objetivo.

Por lo que, el cuento significa que muchas veces una persona tiene sueños e ilusiones, pero que no es capaz de cumplirlas, ya sea por imposibilidad económica (como la señora que querí­a vivir en la ciudad) o simplemente porque se ha enseñado a no perseguir los sueños, o a escucharse a sí­ mismo.

Debido a esta imposibilidad, se prefiere huir a los sueños, tal como sucedió en el cuento, que el hombre salió del cuarto huyendo, sólo para mencionar las palabras que se citaron en el argumento.

La frase «Ojos de perro azul» servirí­a como una especie de llave para lograr la conexión entre el consciente y el inconsciente. La frase es, en verdad, extraña, principalmente porque es difí­cil imaginar un perro azul.

En conclusión, se dice que «Ojos de perro azul» es la expresión de un mal que adolece gran parte de la humanidad, no seguir sus sueños, reprimirlos, negarlos y hasta huir de ellos, ya que representan una amenaza para nuestro desenvolvimiento en la sociedad materialista, a pesar de que es una necesidad de nuestra personalidad interior.