Por supuesto que nos agrada ver que los directivos del Congreso están dispuestos a objetar la indemnización que se recetaron los diputados, pero es imperativo advertir que una arbitrariedad no se corrige con acciones que puedan ser igualmente arbitrarias y reñidas con la ley porque el día de mañana iguales procedimientos podrían usarse con aviesas intenciones. Para que no quede duda, aplaudimos la decisión de la directiva de buscar mecanismos para impedir que se consume el desaguisado, pero creemos que debe tenerse especial cuidado en no incurrir en una gí¼izachada.
El día de mañana podría usarse o inventarse un lapsus para dejar sin efecto alguna ley de interés nacional y en eso hay que tener cuidado. La mayoría absoluta de diputados sabía lo que estaba haciendo y votando el día en que decidieron recetarse la indemnización y esa clara y categórica manifestación de voluntad no puede ser puesta en duda. Por lo tanto lo que procede es que las distintas bancadas logren dejar sin efecto la modificación que hicieron a las normas de servicio civil de los trabajadores del Congreso.
Nos preocupa mucho que ahora todos aplaudamos la forma en que la directiva ha dispuesto resolver el problema, porque se sentaría un grave precedente. En ningún caso pretendemos que se deje vigente la arbitraria modificación a las normas del servicio civil de los trabajadores del Congreso para equiparar a los diputados con los miembros del personal del Organismo Legislativo, pero sí que debe actuarse con apego estricto a la ley para no dar paso a precedentes que puedan considerarse funestos.
Creemos que es correcta la actitud del vicepresidente del Congreso, Oliverio García Rodas, al recurrir de amparo para que en aplicación de ese procedimiento se impida la publicación en el Diario Oficial de lo resuelto por los diputados. Lo que no cabe es que la directiva decida, por sí y ante sí, engavetar la decisión porque, repetimos que ello abre las puertas a que en el futuro, cuando el Congreso apruebe una ley polémica en el seno de la sociedad o que vulnere ciertos intereses, alguien pueda aprovechar sus influencias para proceder de la misma forma, encontrando un real o supuesto error de forma que sirva para mandar al cesto de la basura algo que, evidentemente, fue aprobado con amplia mayoría y que es producto del consenso de los diputados.
La preocupación del diputado Ortega en el sentido de que ahora quedará como tonto no es válida, porque todos recordaremos siempre que se quiso pasar de listo al disfrazar como lo hizo la indemnización para los diputados. Y lo que sí es bueno es reconocer que su iniciativa abrió las puertas para un amplio debate que ojalá se aplique a otras instancias e instituciones.