Ojo al Cristo en las horas de entrada y salida de los planteles educativos


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En enero se inició el nuevo ciclo escolar, y los alumnos inscritos en los colegios privados y en los planteles públicos deben, en las horas de entrada y salida, tener seguridad personal y, también, en sus mochilas-donde llevan los útiles respectivos.

Marco Tulio Trejo Paiz


Por esa razón es que decimos en el título  del artículo: Ojo al Cristo en las horas de entrada y salida de tales establecimientos, en los que abrevan sabiduría millares y millares de niños y adolescentes de ambos sexos.
   
    Y es que la situación de inseguridad que danza demoníacamente en el país, constituye grave amenaza para las personas y su patrimonio.

    Ya en años anteriores se han registrado casos de asaltos contra los autobuses escolares y en los contornos de los centros de referencia, con el propósito de que, los pícaros, despojen de sus objetos de valor a los educandos; incluso, lamentablemente, ha habido secuestros. Los padres de las víctimas han sufrido terrible angustia y  aun extorsiones.    
   
        Hay colegios privados “popof”, de poderío económico, dadas las elevadas y por lo general casi insoportables cuotas y otras exigencias que hacen a los padres de familia o a otros responsables de los “patojos”, pues se hallan en posibilidad de contratar personal de seguridad. Sin embargo, la mayoría de la gente a duras penas puede costear la educación de los alumnos y alumnas, gracias a la explotación inicua que campea a ciencia y paciencia de los funcionarios del ramo educativo.

    Enero de cada año es un mes en el que los bolsillos de los progenitores de niños y jóvenes imberbes se encuentran vacíos tras las tradicionales fiestas de la Navidad y del Año Nuevo, por lo que los aprietos económicos no se hacen esperar en los hogares, ya que obligadamente hay  que pagar en los colegios privados (sobre todo en esos establecimientos) la inscripción, una cuota anticipada, los bonos de la arbitrariedad, los autobuses, un montón de libros, cuadernos, lápices, crayones, uniformes, zapatos y otras cosas más que provocan verdaderos dolores de cabeza. ¡El costo monta a más de 10 mil quetzales.

    En los planteles del Estado, pues…, la situación cambia; otro es el cantar de los cantares… Los gastos son de menor cuantía. Casi es gratuita la enseñanza, y eso hace respirar de alivio en los hogares donde los recursos económicos no dan mucho margen para hacer frente a las exigencias de esta vida que no es vida, como dice el empobrecido Juan Pueblo…

    Indiscutiblemente, cada gobierno tiene que desembolsar todo un volcán de millones de quetzales verdes, verdes para cumplir su obligación, de carácter tutelar, para atender los asuntos de la educación de la niñez y de los jovenzuelos que quieren salir avante en los establecimientos de educación apuntando a la conquista de un futuro mejor, promisorio en lo material, en lo intelectual, en lo profesional, pero siempre haciendo muchos esfuerzos y tratando de no sufrir las consecuencias de la falta de oportunidades de lograr la justa recompensa a su constante batallar tras la  superación.

    Consideramos que es necesario motivar el interés de los padres de familia, de la niñez y de la juventud toda, que aspira forjar un destino más positivo y más digno para transitar con optimismo en los caminos del progreso en bien propio, de sus abnegados padres y, asimismo, en homenaje a su nunca bien amada patria, Guatemala.

    En particular, deseamos que de inmediato las autoridades de policía y del ejército nacional, los propietarios de colegios y los responsables del normal funcionamiento de otros centros educativos, realicen una actividad de protección de los educandos contra los actos de violencia criminal aterrorizantes.

    No olvidar que es mejor prevenir que lamentar ¡cuando ya todo está consumado!; ¡cuando ya sea demasiado tarde!